Dijo Jesús: “Por sus frutos los conoceréis”. Y aunque esta categórica expresión brilla siete veces más que el sol, olvidamos el referente bíblico. Nunca dijo por su talento los conoceréis, por su valentía, o su éxito; no dijo por sus errores, o su poder, tampoco se refirió a sus dádivas o aciertos, no dijo por sus discursos los conoceréis, y también descartó su tenacidad. Apuntó a su capacidad de “fructificar bien”, sobresalir o tener logros extraordinarios no cuenta. Puedes tenerlo todo sin paz, perderlo todo y entonces ser invadido por ella, puedes haberte equivocado pagándolo muy caro, pero reconocer, restaurar y retribuir. Pudieras tener una gran fe pero no amar genuinamente. Oye, que no te impresionen, hay vinos que una vez fueron agua y uvas que nunca darán buen vino.

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