Un hombre puede ser lo que quiera ser, pero no puede controlar en lo que se convertirá cuando esté lleno de ausencia y vacío de Dios, maquillado de posturas, retado a sobrevivir en los suburbios de la falsedad. Y claro que no podrá ponerle un muro al viento que silva hipocresía, ni pestillos al cruce de favores, tampoco resistirá el cinismo de la conveniencia, ni quedará erguido ante las presiones del bienestar fácil. Será por un tiempo rebelde por convicción o sumiso por conveniencia, pero nunca feliz, estará insatisfecho y desviado. Por Jehová son ordenados los pasos del hombre y Él aprueba su camino. Salmos 37:23. Dejar huellas no es tan importante como seguir las de Aquel que te llevarán a donde sólo los justos se atreven a ir.

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