Así como tenemos un pasado sin duda que tenemos un futuro en Dios. Conocerlo es vital y saber con la mayor precisión posible lo que Dios ha planeado para ti lo es aún más. Orar, planificar, ser cómplice junto a Dios para que «los planes de bien y no de mal que Él tiene para ti, con tu nombre» se cumplan. Esa complicidad surge cuando tenemos intimidad, conocimiento y entendimiento de todo esto. Un presente enfocado, una mente diligente y un corazón obediente harán la diferencia. Porque ciertamente el enemigo también sabe de esos planes y aunque no siempre puede impedirlos bien sabe cómo dilatarlos, sabotearlos para que te llenes de dudas, impotencia y frustración. Ojo, tu bendición viene hacia tus manos pero cuidado con llenarlas anticipadamente con lo equivocado.

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