En ciertas manera somos el resultado de hábitos y decisiones, un hábito te sepulta o te catapulta y por otro lado no decidir también es una decisión, y ésta es un acto de la conciencia y la responsabilidad; decidimos si convivimos con miedos o retos, con una pose o siendo genuinos, con fe o apoyados en nuestras propias fuerzas… pero algo es real, lo vivido puede dejar un rastro semejante a una sombra o un surco de experiencias que pueden aprovechar quienes nos siguen. Sin embargo, la necesidad suele llevarnos por caminos donde se hunden primero esos seguidores. Elegir bien debe ser un hábito, priorizar correctamente una virtud. Con sobrada razón dice la Biblia “el que anda en su camino por torpe que sea no se extraviará”. Piénsalo dos veces.