La normalización del mal es el objetivo primario en esta era del engaño. Cada día se lucha por hacer normal lo malo, lo inaudito, lo injusto. A veces colaboramos y le abrimos camino al decir frases como “así son las cosas ahora”, “con molestarte no lo vas a cambiar”, “una golondrina no hace verano”, “por más que te opongas terminará así” “los tiempos cambian”, “te toca evolucionar”, sin embargo no hay que olvidar las sabias palabras de Jesús cuando dijo, “quien no recoge conmigo, desparrama”, por lo que normalizar la injusticia, el maltrato, la tibieza espiritual, usar el derecho y abusar del poder para normalizar lo que la Biblia condena y hacerse el indiferente, tendrá consecuencias. Bajarle dos a lo injusto o pecaminoso, es quitarle terreno al reino de Dios.

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