Los hombres y mujeres de fe pueden sentir miedo o duda como cualquier humano, sin embargo son reconocidos por su fe porque Dios les llamó a seguir sus caminos, a pisar las sombras y proyectar su luz. La gente de fe siente el impacto del desafío quemarle el alma, el escalofrío del miedo penetrarle la sangre, no obstante ellos entienden que mayor es quien habita el templo que quien lo visita, entendieron que la victoria está del otro lado del miedo, o sea, donde Dios se revela y nos ensancha el corazón; digamos que, cuando no le abrimos la puerta aunque sus gritos se escuchen en la habitación. El miedo es un sentimiento, la fe una convicción, cuando eres convencido por el miedo has puesto la fe en otro Dios.

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