Cuando vivimos desde la inmadurez, nuestras prioridades están enlazadas a nuestras necesidades, seremos semejantes a quienes buscan su amuleto, acuden al vidente, llaman al bombero o hacen cita con un profesional experto en su caso. Mientras todo está bien, orar y leer la Biblia no es prioridad, cuando las finanzas suben, el matrimonio es placentero, los hijos están estables y tengo logros sólidos esa calma nos basta. Somos genios cambiando comodidad por felicidad, propósito por estabilidad, caridad por santidad, bendición por prosperidad y hasta amor por vanidad, y justo de allí es de donde automáticamente movemos a Dios como prioridad. Cambiamos las dádivas por el dador y el tenerlo todo por quien fue, es y será nuestro todo! En la línea del tiempo esto tiene un nombre… «Todo por nada».