El lunes 23 de abril de 1984, tras finalizar la Semana Santa, cientos de dominicanos salieron a las calles a protestar por el alzamiento de los precios en la canasta familiar, fruto de los acuerdos firmados por el gobierno de Salvador Jorge Blanco con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La zona norte del Distrito Nacional se vio asolada por saqueos y enfrentamientos entre ciudadanos y policías que culminaron en una verdadera tragedia. Posteriormente estos sucesos se conocerían como “La poblada”.
Los sectores que se vieron más afectados fueron Espaillat, Las Cañitas, 24 de Abril, Simón Bolívar, Capotillo, Guachapita, Cristo Rey, Gualey, Villa Juana y Villas Agrícolas.
Cada vez se unían más personas a las revueltas y el ambiente se tornaba más tenso, por lo que Jorge Blanco decidió enviar a los miembros del Ejército Nacional a las zonas donde habían disturbios para controlar la situación.
Una tragedia
Desde el primer día se registraron varios muertos y decenas de heridos.
Los policías disparaban sin medir consecuencias y los cuerpos quedaban tendidos en las calles.
Las emisoras obligadas a apagar sus micrófonos fueron Radio Popular, La Voz del Trópico, Radio Tamboril y Radio Guarocuya, así como también la planta televisora Tele Inde Canal 13.
Se efectuaron centenares de arrestos y cierre de emisoras debido a la magnitud que estaba alcanzando la violencia. El gobierno de Jorge Blanco temía que la situación se descontrolara a tal punto que lo forzaran a salir de la presidencia.
Cientos de comercios y vehículos fueron saqueados por los manifestantes, así como locales y comercios; muchos de ellos terminaron incendiados o destruidos completamente.
Además de policías, militares vestidos de civiles dispararon a mansalva contra la población que protestaba.
Ante esta situación, el jefe de la misión negociadora del FMI de ese momento, Julio González, se desvinculó del alza de los precios ya que supuestamente ese organismo no había firmado ningún acuerdo con el gobierno.
La normalidad
Luego de tres días consecutivos de incidentes violentos, la ciudad capital comenzó a recobrar su ritmo normal de vida, pero no sin dejar grandes secuelas.
Se estima que los actos de violencia dejaron un saldo de más de 40 personas muertas e incontables heridos, sin mencionar los daños cuantiosos a un sin número de propiedades públicas y privadas.