Destello de Amor: la dulce marca de helados de Disneidy Sarante

La emprendedora mujer, oriunda de Cotuí, en la provincia Sánchez Ramírez, ha convertido un simple experimento casero en un interesante negocio en su zona A Disneidy Sarante Fabián nunca le pasó por la cabeza que estaría haciendo helados para comercializar, y mucho menos que tendría tanto éxito en esa actividad, respaldado naturalmente, por el sabor […]

La emprendedora mujer, oriunda de Cotuí, en la provincia Sánchez Ramírez, ha convertido un simple experimento casero en un interesante negocio en su zona

A Disneidy Sarante Fabián nunca le pasó por la cabeza que estaría haciendo helados para comercializar, y mucho menos que tendría tanto éxito en esa actividad, respaldado naturalmente, por el sabor y la calidad de su producto.

Es la propietaria de la marca de helados “Destello de Amor”, un nombre que tiene su origen en las reuniones familiares anuales de su unida familia. Ese nombre surgió del grupo de WhatsApp que utilizan para mantenerse en contacto, y fue una tía quien sugirió utilizarlo para su pequeña empresa.

En una conversación con elCaribe, Disneidy recuerda cómo había escuchado que “el dinero guardado se daña”. Fue entonces cuando, antes de tener el negocio, compró fundas que se usan para empacar helados, pero en su caso, el uso que les daría sería para proteger de la humedad su dinero ahorrado. En ese mismo periodo, pensó en hacer unos helados para sus hijas, y fue la que tiene once años quien, al probar el primero, le dijo que debía verlo con visión de ventas.

La respuesta inicial de Disneidy fue: “¡Hazme el favor, muchacha! ¿Cómo voy yo a ponerme a vender helados?”. Sin embargo, su esposo apoyó la idea de que comenzara a comercializarlos.

Antes de dedicarse a los helados, Disneidy había vendido ropa de paca y accesorios de plata. Los primeros helados los hizo unos meses antes de la pandemia en 2020. “Hice apenas un chin, para probar, porque yo no sabía que tenía ese talento para hacer helados”, comenta, sentada en su residencia en Cotuí. La gente empezó a escuchar sobre su emprendimiento y comenzaron a venir de distintos lugares a comprarle. Luego alguien le sugirió que vendiera en la calle, no solo en su casa.

Inspirada por las grandes corporaciones que comenzaron de manera humilde, Disneidy ha puesto sus expectativas en lo más alto. Quiere ser más, y no lo disimula. Al iniciar su negocio, preparó sólo 30 unidades en funditas. Cuatro años después, es capaz de producir hasta 560 helados, que se comercializan en tamaños distintos, con precios de 10 y 25 pesos. Su oferta incluye 25 sabores, entre ellos, de café, tamarindo, leche y coco y muchos otros. El crecimiento ha sido notable, no solo en su capacidad de producción, sino también en su base de clientes, que supera los cien.

Disneidy trabaja arduamente para mantener el negocio funcionando. Trata de surtir lo más que puede, elabora sus helados a diario o de forma interdiaria. Lleva un control meticuloso de sus gastos y registra sus ingresos para saber lo que gana mensualmente. Sale en su pasola a comercializar y visita diversos lugares, como escuelas, la zona franca de Cotuí, el barrio Los Multi, una fábrica de agua purificada, y otros sitios como ferreterías y negocios de diseño gráfico. En algunos espacios, la demanda es tan alta que debe ir hasta tres veces en un solo día. “Wow, vendo demasiado”, exclama. Esta emprendedora mujer promociona sus helados en su estado de WhatsApp, donde sus clientes pueden ver las ofertas del día. Guarda la producción en dos freezers y una nevera, todos llenos hasta el tope.

Aunque algunas personas piensan que hacer helados es sencillo, Disneidy aclara que es un trabajo exigente y en el que se pone mucho cuidado para mantener los estándares de calidad. “Es un trabajo normal, como otros, y quizá más, porque yo duro hasta siete horas preparando. A veces me acuesto a las 2:00 o 3:00 de la mañana”, dice.

Espera del Ministerio de Educación

Además de ser heladera, Disneidy es profesional de la educación. Estudió Educación Inicial y está a la espera de ocupar una vacante por la que concursó. A veces, recibe la ayuda de una niña para las labores del negocio de ventas.

Disneidy también tiene una relación clave con la Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD), una institución que apoya a emprendedores con créditos y asesoría técnica. Gracias a una amiga que la conectó con la FDD en Cotuí, obtuvo su primer crédito de 60 mil pesos, que le permitió expandir su negocio de helados y continuar con la venta de cremas para mujeres. Con el tiempo, espera obtener un crédito mayor y seguir haciendo crecer su negocio. Se le puede contactar a través del teléfono 849-315-4201.

Con los ingresos de la venta de helados, Disneidy ha podido comprar una nevera, un freezer y mejorar su hogar, que cuando se mudó estaba sin persianas, sin empañete y con puertas faltantes. Ha instalado un aire acondicionado, plafones, y ha adquirido muebles, todo en el transcurso de un año. Su esposo es herrero, y juntos han forjado un futuro mejor para sus dos hijas. Disneidy Sarante Fabián no necesita mucha presentación en el entorno en el que reside en Cotuí, provincia Sánchez Ramírez y es un ejemplo de trabajo, una mujer de prueba superada.

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