Catibías y pasteles en hoja son la parte importante de su sostén económico; esta dama trabajadora ha superado dificultades que suelen presentarse

Una nevera fue el punto de partida. La ganó en una actividad del Día de las Madres sin imaginar que, con ese electrodoméstico, comenzaría a hornear un nuevo rumbo para su vida. Desde entonces, Claudia María Reyes Turbí no ha dejado de mezclar azúcar con propósito.

Residente en San Juan y madre de cuatro hijos, Claudia vive un presente exigente pero estimulante. Reparte postres a colmados, atiende pedidos personalizados, estudia en la universidad, lleva a sus hijos a la escuela y mantiene en marcha su pequeño pero creciente emprendimiento: Bocados Delicados. Su disciplina diaria es la levadura de un sueño en expansión: tener su propio local y construir una casa para sus hijos.

La chispa que encendió todo vino con una segunda coincidencia: el cumpleaños de su hija. Quería hacerle un pastel especial, pero no tenía experiencia. Guiada por su instinto y un video de YouTube, logró hornear su primer bizcocho. Fue un éxito inmediato: su hija lo aprobó con una sonrisa, y los invitados quedaron encantados. “Desde pequeña supe que lo mío eran las manualidades y el arte”, recuerda. “En la escuela yo dibujaba a mis profesoras. Siempre me ha gustado crear”.

Ese primer intento fue más que un pastel: fue una puerta. Claudia se inscribió en cursos técnicos del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) y fue afinando su técnica mientras ganaba confianza. La oportunidad de escalar llegó con su participación en Mujeres SuperEmprendedoras, el programa social de Supérate que acompaña a mujeres con ideas de negocio y ganas de avanzar.

“Cuando entré al proyecto, sentí que era justo lo que necesitaba. Me motivó mucho”, comenta Claudia, quien lleva poco más de un año en el programa. Durante ese tiempo, ha desarrollado su identidad como emprendedora. Su marca, su logo, su visión comercial, y su capacidad de sostener su negocio de forma organizada, nacieron dentro de ese proceso de formación.

El camino, sin embargo, no ha estado libre de piedras. Claudia ha tenido que resistir las dudas de otros y las propias. “Me decían que no iba a poder, pero yo seguí adelante. Hay gente que, aunque tu producto esté bien, quiere opacarte. Pero yo no me dejo, yo sigo mejorando cada día para que a la gente le guste lo que hago”, afirma con claridad.

Bocados Delicados se ha convertido en su carta de presentación. Es una repostería casera donde el sabor, el detalle artesanal y la dedicación marcan la diferencia. Desde bizcochos temáticos hasta dulces tradicionales, Claudia cuida cada receta como si fuera única. Y lo es: detrás de cada pedido hay una mujer que combina técnica con emoción, compromiso con creatividad.

Formación

Además de emprender, Claudia estudia en la universidad. Su meta de largo plazo es concluir su carrera y abrir un local físico donde su negocio pueda crecer y generar empleo. Pero su ambición no se limita a lo económico. “Uno de mis sueños más grandes es tener una casa propia. Quiero darle a mis hijos un techo seguro y un espacio donde puedan sentirse tranquilos”, dice con voz firme.

Su historia ya empieza a influir en otras mujeres de su entorno. “Muchas me ven y quieren hacer lo mismo. Me preguntan cómo comencé, y yo les digo que sí se puede, que emprender abre puertas para lograr lo que uno desea en la vida”. Claudia no nació empresaria, pero se ha hecho una. Con herramientas, con ganas, con errores y aprendizajes. En su caso, las coincidencias fueron apenas el impulso inicial. Lo demás lo ha cocinado con trabajo.

Hoy, cada vez que prende el horno, no solo prepara postres. También alimenta un modelo que otras mujeres pueden seguir: el de la determinación que transforma pequeños comienzos en grandes procesos. Y en cada pastel que entrega, Claudia deja un mensaje: lo importante no es tenerlo todo resuelto al principio, sino animarse a comenzar.

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