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Madrid, 5 oct (EFE).- La escalada del conflicto en Oriente Próximo ha llevado los precios del crudo a su mayor subida semanal en dos años, lo que ha reavivado el temor a un repunte de la inflación que, a su vez, podría limitar los recortes de los tipos de interés.
Los analistas recuerdan que el petróleo sigue lejos de sus máximos anuales y simplemente ha compensado las bajadas de septiembre, pero advierten de que la situación podría agravarse si Israel ataca instalaciones petroleras de Irán o si Teherán opta por bloquear el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 % del suministro mundial de crudo.
Los precios del petróleo se han convertido esta semana en el ‘canario en la mina’ del conflicto en Oriente Próximo, ya que han reaccionado al alza ante cualquier señal que apuntara a un agravamiento de la situación.
El despegue del crudo, que ha llegado a tocar los 79 dólares por barril -su nivel más alto desde finales de agosto- se inició el martes, después de que EE.UU. alertara de un inminente ataque de Irán contra Israel.
Los precios se moderaron el miércoles, tras mantener la OPEP+ su plan para reactivar la producción a partir de diciembre, y volvieron a repuntar el jueves ante el riesgo de que Israel ataque instalaciones petroleras iraníes.
El detonante fue un comentario del presidente de EE.UU., Joe Biden, quien dijo, antes de subir al helicóptero presidencial, que esa posibilidad está sobre la mesa.
Los analistas coinciden en que los factores que determinarán los precios del crudo a partir de ahora son la situación en Oriente Próximo; la evolución de la demanda, ahora estancada, y la postura que la OPEP+ adopte sobre los niveles de producción.
Ignacio Cantos, director de Inversiones de ATL Capital, recalca que, de momento, las subidas de esta semana se limitan a compensar las caídas registradas en septiembre.
“Vemos una vuelta (de los precios del crudo) a la zona media de los últimos años”, explica.
“Por ahora, los precios del petróleo se mantienen muy por debajo de su máximo reciente”, recuerdan Claudio Irigoyen y Antonio Gabriel, de Bank of América, en un informe reciente.
El precio del Brent, el crudo de referencia en Europa, superó los 92 dólares por barril en abril.
Sin embargo, Irigoyen y Gabriel precisan que “una mayor escalada podría impulsar la inflación general y las expectativas de inflación”.
Según Thomas Hempell, de Generali Investments, “la principal señal a vigilar a corto plazo es el riesgo de interrupción del suministro de petróleo”.
“Los ataques de represalia de Israel pueden afectar a los centros de producción de petróleo iraníes; los hutíes de Yemen podrían intensificar los ataques en el Mar Rojo, lo que perturbaría aún más el comercio mundial, y, en caso extremo, Irán podría intentar cerrar de facto el estrecho de Ormuz”, explica.
En una situación como esa, añade, “la subida de los precios de la energía podría suscitar nuevas preocupaciones inflacionistas y frenar la normalización de la política monetaria”.
No obstante, Hempell precisa que “la atonía de la economía china y la nueva ralentización de la producción industrial mundial han lastrado los precios de la energía durante el verano”.
A este factor se sumaría, “el reciente giro estratégico” de Arabia Saudí, que parece haber abandonado su objetivo de elevar el precio del crudo hasta los cien dólares y apuesta ahora por aumentar la producción.
Según Manuel Pinto, analista de mercados, resulta “difícil” predecir la evolución de los precios del crudo “en un escenario en el que, ahora mismo, todo depende de la respuesta de Israel” al ataque iraní.
Sin embargo, considera que, a largo plazo, “la espiral bajista del petróleo podría continuar hasta los 60 dólares por barril” por el estancamiento del consumo y el aumento previsto de la producción. EFE