El final de un ciclo de la historia: las ideas del Siglo XX

Me alegra poder decirles que, contrario a las predicciones y augurios apocalípticos que aparecen de vez en cuando y que se hacen más frecuentes en momentos difíciles como los que atravesamos en esta época, el mundo no se está acabando, me parece&#823

Me alegra poder decirles que, contrario a las predicciones y augurios apocalípticos que aparecen de vez en cuando y que se hacen más frecuentes en momentos difíciles como los que atravesamos en esta época, el mundo no se está acabando, me parece más bien que se está reconfigurando.

Ayer en Malta, en una reunión de los países miembros de la Unión Europea en Malta, decía Frank-Walter Steinmeier, exministro de Relaciones Exteriores de Alemania que con la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos se acaba definitivamente el Siglo XX.

Parece una contradicción no solo porque hace 17 años que el siglo XX pasó, sino porque adentrados en el segundo milenio el mundo se había acostumbrado a fenómenos sociales que parece le guiarían por mucho tiempo. Sin embargo, las señales muestran que a partir del 2017 no es el siglo XX el que muere si no muchas de sus ideas.

Sin entrar en detalles acerca de la manera como veían Francis Fukuyama en “El fin de la historia”, Samuel Hungtinton en “El choque de civilizaciones” o incluso Giovanni Sartori con su ensayo “La sociedad multiétnica” el mundo de finales del siglo XX, hemos de estar de acuerdo en que es justo ahora, a diecisiete años de haber iniciado el siglo XXI, cuando las ideas de un mundo globalizado, de economías abiertas y conceptos marcados en cuanto a valores como la democracia, la seguridad y paz internacional, estado de derecho, migración, etc., comienzan a dar un estrepitoso giro hacia lo desconocido.

Quizás la idea que acompaña a la corriente que comienza a vivirse ahora esté muy relacionada a lo que refería este último, Sartori, al reflexionar sobre los límites del multiculturalismo, pues su propuesta no es otra que la necesidad de repensar fríamente los límites de las sociedades abiertas, defendiendo una política inmigratoria que no conceda ‘ciudadanías fáciles’. Parecería que se hace apología al proteccionismo, al nacionalismo y a la seguridad por ante todas las cosas.

Es el ciclo de la historia que inicia ahora con la llegada al poder de Donald Trump en los Estados Unidos, o con la decisión de Reino Unido de salir definitivamente de la Unión Europea o con la negativa de países del viejo continente a recibir refugiados desde Siria o el Norte de África, que huyen de sus países tratando de salvar sus vidas frente a situaciones de guerra y exterminio provocadas justamente por los que hoy no quieren recibirles.

Es el ciclo de la seguridad o hipervigilancia estatal sobre cada individuo por encima de la privacidad y el respeto a la dignidad personal; del proteccionismo a ultranza frente al intercambio comercial basado en la buena fe y la cooperación. Comenzamos a vivir un ciclo muy parecido a la “sociedad orwelliana” descrita por George Orwell en su novela “Nineteen Eighty-Four” o “1984”, en donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social.

Aunque a raíz de la reciente asunción a la presidencia de los Estados Unidos del excéntrico e impredecible Donald Trump, el mundo permanece atento a lo que comienzan a ser sus primeras acciones –excéntricas tanto como él- al frente de la ultra poderosa potencia del norte, el mundo en otras latitudes continúa su proceso de reconfiguración.

La Unión Europea comienza a querer verse al espejo a raíz de la ya inminente salida de Reino Unido que se producirá predeciblemente antes del año 2020. Este proceso, aunque se maneje de la manera más correcta posible no dejará de tener efectos negativos para ambas partes, sin embargo, quizás para quien resulte más pernicioso será para el concepto político y filosófico de la integración europeísta.

Se acercan elecciones en Francia, Alemania y los Países Bajos. Del resultado de esos procesos eleccionarios dependerá en gran medida la supervivencia del proceso integracionista en el viejo continente. La victoria de partidos políticos afines al ala más euroescéptica podría derribar a la Unión Europea como si fuese un castillo de naipes.

Y no solo eso amenaza a la Unión Europea, sino que elementos como la firmeza de China y el fortalecimiento de su liderazgo, el agresivo avance de una Rusia recargada positivamente con sus victorias políticas en Medio Oriente y por una alza paulatina en los precios del petróleo y el propio factor de un Donald Trump sentado en la oficina oval de la Casa Blanca tomando decisiones que pueden perjudicar a sus socios europeos, son factores externos que podrían en los próximos años mostrarnos una Europa totalmente diferente a lo que conocemos hoy.

La decisión de Trump de retirar a los Estados Unidos del Tratado Transpacífico (TPP) beneficiará a largo plazo a China que, consciente de esa nueva realidad ha iniciado una serie de estrategias para lograr aumentar su liderazgo no solo con los países del sudeste asiático, sino también con México, Perú y Chile, que formarían parte del agonizante TPP.
Una de las acciones inmediatas que promueve China es el proyecto de Asociación Económica Integral Regional (RCEP, su sigla en inglés) que cubrirá un mercado de 3.400 millones de personas, compuesto por los diez países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), es decir Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, además de seis países con los que la Asean mantiene tratados de libre comercio: Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelandia.

De modo que a lo que asistimos actualmente es a una reconfiguración de todo el orden internacional en el que muchas de las ideas que nos han dominado hasta ahora podrían experimentar cambios radicales o significativos.

Cosas negativas sin duda saldrán de este proceso, sin embargo, no todo lo será, pues el mundo no se detiene en su avance hacia estadios de suprema mejoría. La adversidad siempre tendrá de frente al optimismo y al esfuerzo de muchos por construir un mundo de paz y seguridad.

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