Crónica de una Venezuela que callan los medios

“A la gente la matan en las calles para robarle, los venezolanos se están muriendo de hambre, no hay medicinas y tampoco hay dinero en efectivo”.

“A la gente la matan en las calles para robarle, los venezolanos se están muriendo de hambre, no hay medicinas y tampoco hay dinero en efectivo”. Estas son algunas de las principales informaciones que refleja la prensa sobre la realidad venezolana, pero ¿será esto cierto?

Es común que muchos dominicanos se pregunten si esa realidad mediática es cierta y en función de ello, cuando ven a un venezolano lo primero que hacen es preguntarle sobre la veracidad de estas premisas.

Soy venezolano, de profesión periodista y desde hace año y medio estoy residenciado en República Dominicana. Recientemente visité Venezuela para compartir y pasar Navidad y Año Nuevo y pude palpar de cerca lo que ocurre.

El viaje comenzó el 23 de diciembre y culminó el 04 de enero. Por la proximidad de la Navidad tenía muchas expectativas en cuanto a la cantidad de gente que habría en el aeropuerto, a la densidad del tráfico y hasta al desmedido incremento de los precios: pero de esas tres expectativas solo una se cumplió: el increíble y exacerbado precio de los productos.

Llegué a Venezuela e inmediatamente me trasladé hacia el estado Guárico, cuya capital es San Juan de los Morros, donde vive mi familia. No visitaba Venezuela desde abril, por lo que aún recordaba el precio de algunos rubros. Durante el trayecto noté que la crisis venezolana se refleja en todos los sentidos, pero también, que aún hay mucha esperanza de que todo mejore a la brevedad posible.

Vi algunas filas, aunque pequeñas, a las afueras de algunos comercios. Muchos tramos viales estaban bastante deteriorados, a pesar de que Venezuela es un país que produce y exporta asfalto y que tiene reservas probadas de crudo estimadas en 350 mil millones de barriles.

La gasolina más barata del mundo

Anecdótico es llenar el tanque del combustible, cuyo precio se mantenía igual que en abril (seis bolívares por litro) y realmente es algo irrisorio. Llenar un tanque de gasolina de 50 litros cuesta 300 bolívares (diez centavos de dólar, si lo calculamos al dólar paralelo que se vende a tres mil bolívares por unidad). Con 330 bolívares actualmente sólo se compran tres mentas. Realmente Venezuela tiene el combustible más barato del mundo. No había muchas filas para llenar el tanque y lo que se escuchaba era “échale full”.

Pude apreciar un 23 de diciembre inusual. Poca gente en las calles, ausencia de fuegos artificiales, la mayoría de las casas no exhibían adornos navideños y las gaitas (música navideña) ya no sonaban duro como antes.

Pero lo que más me asombró fue ver a muchos de mis vecinos delgados. En broma me decían: “me agarró la dieta de Maduro”. Hablé con algunos y me manifestaron con mucha resignación: “algún día tendremos la Venezuela de antes”.

Tal vez la delgadez se deba a que muchos de los productos que se venden, como las gaseosas, son expedidos sin azúcar (por la carencia de este producto a nivel industrial). La dieta que consume el venezolano está carente de grasas y proteínas, porque el dinero no alcanza.

En pleno 24 de diciembre no aprecié problemas para acceder a dinero en efectivo en los cajeros automáticos. Tampoco había desabastecimiento alimenticio o falta de medicinas en las farmacias.

Aprecié de cerca la otra realidad venezolana, esa que no sale en los medios; donde la gente tiene mucha esperanza de que todo mejore y confía en que la salida a la crisis será democrática y sin atajos.

Regresé de Venezuela el 04 de enero, aún seguía vigente el billete de 100 bolívares, había comida en los anaqueles de los supermercados, pude desplazarme por varias ciudades sin ser víctima de la delincuencia y con la firme convicción de que la crisis ha generado un profundo despertar en la ciudadanía venezolana. Las cosas están mal, pero no será por mucho tiempo: Venezuela está destinada a vencer las adversidades y más temprano que tarde, a convertirse en una nación de progreso y desarrollo con oportunidades para todos. Cuando ese momento llegue, sus hijos retornaremos.

Elevados precios afectan la compra de alimentos

En Venezuela el salario mínimo está cercano a los 30 mil bolívares (10 dólares, si se calcula al precio del dólar paralelo de tres mil bolívares por unidad), más un bono alimenticio de 70 mil bolívares (poco más de 23,3 dólares), lo que ubica al salario real en 100 mil bolívares mensuales (33,3 dólares), esto antes del aumento salarial del 50% decretado en enero de este año. Sin embargo, un pollo cuesta 6,000 bolívares (dos dólares), un cartón de huevos 4,800 bolívares (1,6 dólares), un kilo de carne de res 7,000 bolívares (2,33 dólares) y un kilo de pasta 6,000 bolívares (dos dólares). En realidad el salario no alcanza para hacer una buena compra y cumplir con el pago de servicios básicos como alquiler, luz, agua y teléfono.

Posted in Edición Impresa, InternacionalesEtiquetas

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas