Quito. Dos ideologías enfrentadas desde hace años lucharán el domingo por las riendas de Ecuador con propuestas diametralmente opuestas en casi en todos los campos, que encuentran a un votante desencantado y navegando entre las crisis sanitaria y económica, y la dicotomía: correísmo-anticorreísmo.

En el balotaje se medirán Andrés Arauz, de Unión por la Esperanza, apoyado por el expresidente Rafael Correa (2007-2017), y el centroderechista Guillermo Lasso, del movimiento Creando Oportunidades, que se postula por tercera vez a la Presidencia. Se trata de una confrontación de modelos, entre una economía centralizada y una social de mercado; entre una postura que defiende la progresividad de derechos, sobre todo en materia laboral, y otra de revisión y flexibilización de las modalidades de trabajo, explicó el politólogo César Ulloa.

Asimismo, entre el regreso al modelo originario de Correa y la propuesta de Lasso de fuertes reformas a la Constitución; estatista el uno, liberal el otro.

Si bien en la orilla de las similitudes, los dos candidatos son sumamente conservadores y no han mencionado siquiera en sus campañas cuestiones como la despenalización del aborto, consumo de cannabis o la eutanasia.

Por ello, Ulloa reduce la síntesis política actual a “correísmo, sí; correísmo, no”, ya que “en la estructura del correísmo están los mismos protagonistas de los (últimos) 14 años”, recuerda al incluir al actual presidente, Lenín Moreno, quien llegó al poder con el apoyo de Correa aunque poco después se distanciara de él.

Lejos del enfrentamiento ideológico, está la cruda realidad en el terreno que afronta la ciudadanía, particularmente desde el estallido de la pandemia en febrero de 2020. “Los ecuatorianos buscan es en quién confiar, quién va a dirigir un plan de vacunación, quién les va a dar empleo, y esto va más allá de si es o no correísta”, explicó la consultora política Wendy Reyes.

Votante desencatado

Con una campaña política marcada por las restricciones de la covid-19, los candidatos se han enganchado a las redes sociales para tratar de conquistar al votante menos ideológico, cuyo desencanto se ha profundizado por la crisis actual. “El ánimo del ecuatoriano es de hartazgo, de decepción, y por eso, en medio de tanta incertidumbre, busca una candidatura que le dé soluciones a sus problemas”, insiste Reyes.

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