El albergue que planta cara a la política antiinmigrante de Texas: “Es solo el principio”

Personal de la Guardia Nacional de Texas, resguardan la frontera donde permanecen migrantes el 4 de junio de 2024, en Ciudad Juárez, Chihuahua (México). EFE/Luis Torres
Personal de la Guardia Nacional de Texas, resguardan la frontera donde permanecen migrantes el 4 de junio de 2024, en Ciudad Juárez, Chihuahua (México). EFE/Luis Torres
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El Paso (EE.UU.), 7 jun (EFE).- Desde 1978, Rubén García ha dedicado sus energías a una misma tarea: ayudar a quienes tocan la puerta de la red de albergues católicos Annunciation House, en la ciudad fronteriza de El Paso, sin importar de dónde vengan o la historia que arrastren.

En el último año esa labor se ha hecho cada vez más complicada. No por falta de recursos, de espacio o de voluntarios, sino debido a la persecución judicial por parte del estado de Texas, que busca clausurar los refugios porque los considera una “organización criminal” que promueve la migración irregular.

García está listo para seguir la pelea en los tribunales, pero presiente que la demanda contra su organización es solo el comienzo. “Si no encontramos la manera de parar al procurador y logra cerrarnos, va a continuar con el siguiente”, dijo el hombre de 77 años en entrevista con EFE.

Otros líderes comunitarios y activistas que trabajan apoyando a los migrantes concuerdan con él y describen un ambiente de temor, que ha obligado a algunos incluso a cambiar la manera de operar en su día a día.

La demanda

Desde la puerta de uno de los albergues que administra Annunciation House, se escucha un hombre cantar, acompañado de una guitarra. Es una melodía religiosa, que habla de ser salvado por la fe.

García, un hombre alto, de pelo blanco y gafas de un austero marco metálico, sonríe y señala con la mirada hacia el interior de la casa, desde donde viene la música. “Él es de México, llegó hace unos días”.

Dos niños pasan rápido por el pasillo. Acaban de almorzar. La tarde apenas comienza.

En un día igual a este, a principios de año, dos hombres de la oficina del procurador del Texas, Ken Paxton, se presentaron en el refugio, con un papel donde pedían acceso tanto al edificio, como a los documentos de la organización.

García se negó a dejarlos entrar y con eso se desencadenó una batalla judicial.

El estado acusa a la organización de una “conducta criminal sistemática” al “facilitar los cruces fronterizos” y esconder a “migrantes ilegales” de las autoridades. Los abogados de Annunciation House han sostenido que lo que el estado está haciendo es “buscar una excusa para acosar y cerrar” la organización.

La próxima audiencia en el caso está programada para el 17 de junio.

A diferencia de otros refugios en la ciudad, Annunciation House recibe a todo tipo de migrantes, con o sin un estatus legal. Es precisamente esa política de no discriminación de la que se aferró el gobierno estatal para presentar la demanda contra la organización.

“A mí me gusta bromear y decir, cuándo Jesucristo multiplicó los peces, no les dijo a los apóstoles: ‘chequéales los documentos a las personas antes de darles de comer'”, dice García, originario de El Paso y de ancestros mexicanos, con una sonrisa tímida.

Su religión es la brújula que guía el trabajo de la organización y lo que lo empuja a seguir adelante.

El gobernador de Texas, el ultraconservador Greg Abbott y quien instruyó al fiscal a escudriñar el trabajo de las ONG que trabajan con migrantes, dice profesar la misma fe que García.

“Ellos hablan de que están siguiendo el Evangelio pero yo les diría que corren el riesgo de que cuando se topen con Cristo, no van a saber reconocerlo”, señala.

Un efecto “escalofriante”

Para otros activistas que también ayudan a la comunidad migrante en Texas, lo que está pasando con Annunciation House ha sido una señal de alerta.

Marisa Limón, directora de la organización Las Américas, que ofrece asistencia legal, cuenta que ha tenido que cambiar no sólo la manera de manejar documentos o información sensible sino también la actitud con la que trabaja.

“Eso es lo más difícil. Nuestra cultura aquí, nuestra forma de vivir es muy de ser abiertos y dar la bienvenida. Pero ahora, hay que tomar cautela, porque uno nunca sabe”, relata la activista, también nativa de El Paso.

Un trabajador de otra ONG fronteriza, que pidió no ser identificado, asegura que la demanda trajo un “efecto escalofriante”.

“Texas quiere, en últimas, criminalizar todo tipo de apoyo a los migrantes”, resalta.

Por su parte, Fernando García, director de la ONG Border Network for Human Rights, enfocada en promover políticas a favor de los migrantes, señala que aunque sabe que está “en la lista de enemigos del gobernador” su estrategia es resistir.

“Lo que le pasa a Annunciation House no es aislado, es un ataque contra todos los que hacemos este tipo de trabajo (…) pero no nos van a atemorizar”.

EFE, Alejandra Arredondo

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