Moscú/Kiev. La operación de rescate de los últimos defensores de la acería Azovstal continúa en Mariúpol, en el sur de Ucrania, donde ya se han entregado casi 2,000 combatientes, mientras Rusia intensifica los ataques en el Donbás, donde la situación es equiparable a “un infierno”, según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
“Las fuerzas ucranianas siguen avanzando en la liberación de la región de Járkov. Pero en el Donbás los ocupantes intentan aumentar aún más la presión. Es un infierno y no es una exageración”, afirmó Zelenski en una alocución televisada.

El mandatario ucraniano se refirió en particular a los bombardeos rusos en la ciudad de Severodonetsk, el principal bastión ucraniano en la región de Lugansk, donde sólo en un día hubo una docena de muertos y decenas de heridos, según Kiev.
Zelenski advirtió de que comienza la etapa final de la guerra, que será “más dura y sangrienta”.

De acuerdo con el gobernador de Lugansk, Serhiy Gaidai, a causa de los ataques rusos en Severodonetsk y la vecina Lysychansk, resultaron dañados más de 60 edificios.

Uno de los proyectiles lanzados contra Severodonetsk, según Gaidai, impactó contra el edificio de una escuela que servía de refugio y ha causado la muerte de tres personas.

Por su parte, el mando militar ucraniano informó de que los bombardeos de las tropas rusas contra 54 núcleos de población en las regiones de Donetsk y Lugansk en las últimas 24 horas se saldaron con la muerte de veinte civiles.

Las milicias prorrusas de Lugansk afirmaron, a su vez, que habían rodeado a cerca de 2,000 soldados ucranianos en las inmediaciones de Lysychansk, que tenían solo dos opciones: deponer las armas para conservar la vida o continuar la resistencia y morir.

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