Montevideo. El expresidente de Uruguay José Mujica (2010-2015) presentó ayer su renuncia al Senado del país suramericano dejando como mensaje que “triunfar en la vida no es ganar, es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.
En su alocución durante una sesión extraordinaria de la Cámara Alta, en la que también renunció el exmandatario Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), Mujica dijo que “el odio es fuego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye”.

“Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me impuso la vida, que el odio termina estupidizando, nos hace perder objetividad”, agregó.

Después de la intervención de los senadores Oscar Andrade y Mario Bergara (Frente Amplio, izquierda), Guillermo Domenech (Cabildo Abierto, derecha), Pablo Lanz (Partido Colorado, centroderecha) y Carlos Camy (Partido Nacional, centroderecha), Mujica tomó la palabra para agradecer lo “elogiosos” que habían sido con él.

“Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida”, sentenció el exmandatario sobre su renuncia al escaño de senador, algo que ya había anunciado meses atrás y que ratificó en la jornada de las elecciones departamentales y municipales, celebradas el 27 de noviembre.

“Me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y andar para todos lados. El partido no se juega en los despachos y estoy amenazado por todos lados, por doble circunstancia: por vejez y por enfermedad inmunológica crónica”, argumentó.

Mujica apeló a la figura de Alejandro Atchugarry, político del Partido Colorado que ocupó su banca años atrás y fallecido en 2017, al que calificó de “símbolo de algo perdurable” que hay que conservar. “

La bonhomía a pesar de las rispideces de este país que, a pesar de ser pequeño, debe huir de las grietas”, indicó.

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