Durante un simposio de alto nivel celebrado este jueves en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington DC, las autoridades haitianas lanzaron una fuerte denuncia: el flujo ilegal de armas procedentes de Estados Unidos, República Dominicana y Colombia es uno de los principales detonantes de la violencia que azota al país caribeño.

Jean Michel Moïse, ministro de Defensa de Haití, afirmó que aunque Haití no fabrica ni compra armamento pesado, su territorio lo esta invadiendo por redes criminales transnacionales que suministran arsenales militares a grupos locales. “Estamos enfrentando una guerra con armas que no producimos y municiones que no compramos”, dijo en tono contundente.

Un llamado a la comunidad internacional para frenar el crimen organizado

Moïse insistió en que la inseguridad en Haití no puede entenderse aisladamente. Detrás de la violencia están organizaciones criminales que operan sin fronteras, moviendo drogas y armas con una logística sofisticada que supera la capacidad institucional del Estado haitiano.

Patrick Pélissier, ministro de Justicia y Seguridad Pública, hizo un llamado urgente a la comunidad internacional para asumir su responsabilidad y colaborar activamente en el control de las rutas de contrabando que surten a las pandillas locales.

“La situación en Haití no es solo un problema interno. Es el resultado de dinámicas regionales que exigen respuestas compartidas”, agregó Gastón Schulmeister, director del Departamento contra el Crimen Organizado Transnacional de la OEA.

Raíces internas y desafíos externos

Aunque reconocieron problemas estructurales como la corrupción, la pobreza extrema y las instituciones débiles, las autoridades haitianas destacaron que el crimen transnacional ha exacerbado la crisis, dotando a los grupos violentos de capacidades militares que antes no tenían.

Este contexto convierte a Haití no solo en un Estado vulnerable, sino también en un punto de convergencia para redes criminales que se mueven impunemente por la región.

Con su intervención en la OEA, el gobierno haitiano busca reposicionar el foco internacional. Más allá de la etiqueta de “Estado fallido”, Haití quiere que lo vean como víctima de un sistema criminal regional que necesita controles coordinados.

Su mensaje es claro: sin cooperación internacional en el combate al tráfico de armas y drogas, cualquier esfuerzo local será insuficiente para recuperar la estabilidad.

Reacciones y próximos pasos

El simposio, que reunió a representantes del Caribe, funcionarios estadounidenses y expertos en seguridad regional, fue solo el inicio de un debate que promete continuar en foros multilaterales. La presión ahora está sobre los países vecinos y aliados para responder con medidas concretas

Este episodio muestra cómo las crisis locales pueden tener orígenes globales. El caso de Haití no solo es un drama humanitario, sino también un ejemplo de cómo el crimen organizado puede convertir a un país en un campo de batalla sin fronteras claras.

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