Ciudad de Panamá. Hasta 500,000 migrantes en América Latina y el Caribe podrían requerir ayuda humanitaria en 2023, según las previsiones de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC).

“Los devastadores efectos socioeconómicos de la pandemia de la covid-19, la crisis climática, las continuas crisis políticas y las catástrofes seguirán aumentando exponencialmente los movimientos de población”, dijo a EFE el Coordinador de Migración y Protección, Género e Inclusión de la IFRC en las Américas, José Félix Rodríguez.

En las rutas migratorias, a menudo altamente peligrosas, muchos transeúntes “sufren accidentes y lesiones, se enfrentan a extorsión y a violencia sexual, o desaparecen y son separadas de sus familias”, mientras que “otras son asesinadas o mueren a causa de enfermedades o condiciones ambientales”.

“Estamos especialmente preocupados por las mujeres, la niñez, las personas mayores, con discapacidad y LGBTIQ”, señaló Rodríguez, pues dichos grupos “corren un riesgo extremo y necesitan asistencia médica y de salud mental, acceso a alimentos y agua, información, conectividad y recursos para cubrir gastos vitales como el pago de lugares seguros para dormir”.

Y esas “necesidades humanitarias seguirán siendo prioritarias en 2023, cuando hasta 500,000 personas podrían requerir ayuda humanitaria”, agregó. La IFRC estima esta cifra de 500,000 personas con necesidad de ayuda humanitaria en base a las entradas y denuncias de cruces irregulares de julio a diciembre de 2021, considerando un escenario de aumento del 45 % (la mayoría de los países están por encima del 100 % de aumento) y al menos un agregado de 173.176 de enero a junio de 2022, según detalla una institución.

América vivió este 2022 una de sus peores crisis migratorias, con un aumento de viajeros irregulares desde el Sur hacia el Norte atravesando el continente para llegar a Estados Unido, principalmente, y Canadá, en busca de mejores condiciones de vida.

El flujo migratorio estuvo liderado por el éxodo venezolano, seguido de Haití, Cuba y Ecuador, que una vez cruzan el punto más mortífero del continente, Darién – la selva que separa Colombia y Panamá-, se unen con nacionales de Honduras, Guatemala, Nicaragua y México en su camino hacia el norte, explica IFRC.

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