Bogotá. Las voces que reclaman un diálogo para poner fin a la violencia en Colombia ganan relevancia mientras continúan las protestas contra el Gobierno de Iván Duque.
Mientras las manifestaciones siguen por noveno día consecutivo en un país que vive con profunda tristeza y malestar la situación social, Duque, que ayer hizo hincapié en que los desmanes se deben a “manos criminales” con lazos con el narcotráfico, pidió ayer “escucharnos como sociedad y encontrar soluciones”, aunque sigue sin tender la mano a las organizaciones de las protestas.

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz consideró ayer en un comunicado que “estos diálogos son necesarios y urgentes” pues “la actual coyuntura demanda el gesto genuino de todos los actores para conversar sobre los temas que más preocupan a la sociedad colombiana”.

Desde colectivos como el de rectores universitarios llaman a un “diálogo amplio, inclusivo, honesto, alrededor de temas estructurales y urgentes que requieren soluciones construidas como un gran pacto social”.

“Hemos llegado a un punto de verdadero agotamiento del modelo que le ha propuesto el uribismo al país”, dijo en declaraciones a Efe el senador del opositor Polo Democrático Iván Cepeda, quien considera que el diálogo que el Gobierno plantea, “por los primeros anuncios podría ser una repetición de una malograda idea del pasado que es una conversación que no lleva a ninguna parte”.

Las protestas, que comenzaron el pasado 28 de abril con el paro (huelga) nacional contra la ya retirada reforma tributaria, ahora continúan por mucho más: contra un intento de reformar la salud, que puede llevar a más privatizaciones; contra la brutalidad policial que ha dejado al menos 24 manifestantes asesinados, o por la compleja situación de inseguridad.

“Los manifestantes están, en esencia, retomando lo que dejaron cuando la pandemia de covid-19 apareció en marzo del año pasado, frenando meses de protestas callejeras que habían iniciado en noviembre de 2019”, explica la analista sénior del grupo de pensamiento Crisis Group Elizabeth Dickinson.

Al malestar social por el que decenas de miles de personas salieron a protestar entonces se le han sumado los 3.5 millones de personas que han sido empujadas a la pobreza durante la pandemia, y que los más pobres son diez veces más propensos a ser hospitalizados por el covid-19 que los más ricos.

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