Texas. Los estados de Luisiana y Arkansas evaluaban ayer los numerosos daños materiales que dejó atrás el huracán Laura tras asolar esta región con vientos de hasta 150 millas por hora (240 km/h) y graves inundaciones, que todavía amenazan a ocho millones de estadounidenses.
Muchas escuelas están cerradas, numerosas carreteras siguen cortadas y siguen sin electricidad cientos de miles de personas, muchas de las cuales han tenido que hacer fila para recibir agua y comida gratuita para poder pasar estos días.

El gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, dijo este viernes que los últimos días habían sido “duros” y el camino hacia la recuperación “no será sencillo” y que este es el momento en el que el estado volverá a demostrar su “fuerza”.

Mientras lo consiguen, alertó de que la tormenta ya pasó, pero dejó atrás varios peligros y pidió a la población que siga las recomendaciones de las autoridades y esté pendiente de evitar riesgos innecesarios.

Como muestra una de las últimas muertes conocidas y relacionadas con el paso de Laura por la región, un hombre que falleció de intoxicación por monóxido de carbono al encender un generador de electricidad dentro de su casa.

En total, se han conocido seis víctimas mortales, cuatro por la caída de árboles, incluida una niña de 14 años que estaba en su vivienda, y un hombre que se ahogó cuando la embarcación en la que estaba se hundió durante el paso del huracán.Laura cruzó Arkansas este viernes y enfiló ya hacia el sureste de Missouri, donde, según el Centro de Predicción Meteorológica de EE.UU.
todavía genera vientos máximos sostenidos de 30 millas por hora (45 km/h). Zonas de Mississippi, Tennessee, Missouri, Kentucky, Arkansas y Alabama están bajo aviso de posibles tornados, riesgo que se trasladará a los vecinos estados del este como Pennsilvania, Virginia o Maryland.

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