Belgrado, 11 may (EFE).- Después de dos tiroteos y 17 muertos, Serbia se propone reducir el enorme número de armas de fuego en manos privadas. La pasión por las armas es un legado de las guerras de desintegración de Yugoslavia, pero también de la desconfianza en las autoridades y de una cultura que glorifica su posesión como símbolo de poder.

Un tiroteo la semana pasada en un colegio de Belgrado donde un niño mató a ocho compañeros y a un guardia, y el posterior ataque en el que un joven mató a tiros a ocho personas en una localidad del centro de Serbia, han encendido las alarmas por la gran cantidad de armas que circulan en el país.

En Serbia, de 6,8 millones de habitantes, hay unas 760.000 armas legales en manos de unos 400.000 particulares, una de las mayores ratios del mundo.

Y las estimaciones sobre el número de armas ilegales en circulación van desde las «modestas» -tantas como legales- hasta las «más liberales» -que apuntan a que las armas ilegales triplican las legales-, explica a EFE Predrag Petrovic, del laboratorio de ideas Centro Belgradense para la Política de Seguridad.

El experto asegura que en manos de particulares hay armas no sólo de las guerras de la década de 1990 de descomposición de la antigua Yugoslavia, sino también de las dos guerras mundiales y las guerras balcánicas de 1912 y 1913.

Poseer armas es algo muy arraigado en la región.

HERENCIA DE LOS 90

«Lo operativo y más nuevo son definitivamente las armas de las guerras de los años noventa, que las autoridades repartían de los almacenes de Defensa territorial y otros depósitos sin ningún registro ni censo. Así, grandes cantidades de armas se hallaron de repente en manos de ciudadanos», indicó Petrovic.

Muchos ciudadanos explican su inclinación a poseer armas con un sentimiento de seguridad y para tener la capacidad para protegerse en caso de riesgo o amenaza, ya sea por inestabilidad política y el temor a nuevos conflictos o por inseguridad personal.

No tienen confianza suficiente en las instituciones.

¿QUE PASÓ EN SERBIA?

El pasado día 3, un niño de 13 años mató en un colegio de Belgrado a nueve personas, de ellos ocho menores, e hirió a una profesora y seis alumnos.

Cometió el crimen con una pistola con licencia propiedad de su padre, al que solía acompañar a prácticas de tiro. En su mochila en el lugar de los hechos se encontró otra pistola más.

En otro tiroteo, menos de 48 horas después, un joven de 21 años mató con armas automáticas ilegales a ocho personas e hirió a otras 14 cerca de la localidad de Mladenovac.

En su casa se hallaron numerosas armas y municiones.

Hasta ahora, los asesinatos masivos habían sido raros en Serbia

EL GOBIERNO ENDURECE EL CONTROL

Tras esas tragedias, el Gobierno ha anunciado medidas urgentes para limitar el número de armas en manos de particulares.

El propósito es reducir en un 90 % el número de personas que actualmente tienen permiso de armas, aumentar los controles y endurecer los castigos por la posesión ilegal de armas y explosivos.

Se impondrá una moratoria de dos años a la emisión de licencias de posesión y para portar cualquier arma, incluidas las de caza.

Durante un mes, hasta el 8 de junio, quienes poseen armas ilegales pueden entregarlas sin consecuencias penales ni la obligación de revelar su origen.

«Y a esto seguirán sanciones brutales» contra quienes no las entreguen, advierten las autoridades.

Petrovic no espera «resultados espectaculares» de las medidas ni tampoco de la voluntad de los ciudadanos a renunciar a las armas.

Señala que también las actuales normas en Serbia son rigurosas, pero que no se aplican de forma adecuada.

«Tenemos una historia de impunidad. Si uno tiene el poder, si tiene vínculos con las autoridades, puede poseer incluso diez armas legales», ilustra este doctor en ciencias políticas.

¿RESISTENCIA AL DESARME?

Las autoridades temen una gran resistencia a los intentos de «desarmar» a los ciudadanos.

Según Petrovic, las mayores resistencias y abusos pueden llegar justo de aquellos beneficiados por esa política de impunidad, incluidos grupos criminales con vínculos con estructuras en el poder.

«Todos los grupos criminales se vinculan con las autoridades, y mucho con las actuales. Cada grupo criminal organizado trata de tener influencia sobre las autoridades para asegurarse un espacio amplio de maniobra, y así se mantienen en los últimos 10 o 20 años», indicó el experto.

Según las experiencias de los países en que se registran ataques con asesinatos masivos, existe el peligro de que se repitan agresiones similares.

Miles de personas marcharon el lunes en Belgrado para exigir medidas de prevención contra la violencia.EFE

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