Londres. Un río de personas avanzó en paralelo al londinense río Támesis para llegar al Parlamento británico, donde se ubica la capilla ardiente de Isabel II, de la que quieren despedirse antes de que sea enterrada el próximo lunes.

La gente -muchos de ellos personas mayores o de mediana edad, en buena parte mujeres- mantiene un espíritu positivo, de colaboración entre ellos, ilusionada por decir adiós a la reina y por vivir un momento histórico.

Antes de entrar a Westminster Hall, que abrió sus puertas al público ayer a las 17.00 hora local (16 GMT), los visitantes deben pasar estrictos controles de seguridad, que impiden, entre otras cosas, sacar fotos o depositar ofrendas ante el ataúd de la monarca.

En la capilla, los ciudadanos circulan en respetuoso silencio por los flancos del féretro, velado por guardias todo el día, y apenas pueden detenerse brevemente para hacer una reverencia o guardar un momento de reflexión antes de volver a salir al exterior.

El féretro de Isabel II, que hoy por la tarde velarán el rey Carlos III y sus hermanos, está situado sobre un catafalco y cubierto por el estandarte real, en el que figuran los elementos del blasón de Inglaterra, tres leones de oro; un león rampante rojo representando a Escocia y el arpa real de Tara de oro por Irlanda.

Encima del ataúd luce la corona imperial del Estado, el orbe (esfera de oro hueca con cruz que simboliza el mundo cristiano) y el cetro de la soberana, en una muestra de máxima reverencia hacia una de las figuras más emblemáticas de la historia moderna.

La capilla ardiente cerrará el lunes a las 6.30 hora local (5.30 GMT) para que sus restos sean trasladados en procesión hasta la vecina abadía de Westminster, donde a las 11.00 (10.00 GMT) se oficiará el funeral de Estado, al que asistirán dignatarios y casas reales de todo el mundo.

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