Lisboa. A sus 70 años, Antonio Grosso recuerda cada detalle de los abusos sufridos en su infancia. Su testimonio forma parte de la investigación que destapó la existencia de cerca de 5.000 víctimas en el seno de la iglesia católica lusa. «Nunca más», reclama en vísperas de la visita del papa Francisco a Portugal.

Miembro de la asociación «Corazón Silenciado», que agrupa a abusados de la iglesia, lamenta que la Jornada Mundial de la Juventud no haga referencia alguna al tema, aunque no pierde la esperanza de que el papa lance una «manifestación pública de apoyo a las víctimas» y contribuya a «concienciar» a la juventud.

La agenda oficial de Francisco en Portugal comienza el día 2 y concluye el 6, con ceremonias en Lisboa y el santuario de Fátima durante la JMJ.

Ni una mención a los abusos en el programa, aunque el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, no descarta un encuentro con víctimas, el cual sería «reservado, para facilitar el proceso de cura».

La JMJ se celebra en un país que hace seis meses se conmocionó con las revelaciones de una comisión independiente creada por la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP): Más de 4.800 víctimas de abusos en la iglesia y decenas de abusadores en activo.

«Es preciso hacer un aviso para que nunca más esto se repita», defiende Grosso en una entrevista con Efe.
La gran esperanza para las víctimas es el encuentro con el papa que, explica Grosso, será reservado, apenas con una docena de personas en un lugar por determinar y al que podrá asistir un integrante de «Corazón Silenciado».

Será su oportunidad para entregarle un informe con testimonios y una propuesta para impedir por ley la prescripción de los delitos de abusos a menores en la iglesia.

«La prescripción para nosotros es en sí misma un crimen. Nunca prescribe el drama de una niña violada, ni de un niño abusado», denuncia.

La asociación quiere también retomar el derecho de indemnización de las víctimas.

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