Las caras de las desapariciones forzadas en República Dominicana

Hoy martes se conmemora el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas La última sonrisa, el saludo de despedida o un «hablamos luego» que no se hace realidad; es la eterna imagen que queda grabada en las mentes de las personas que tienen a un familiar desaparecido. Las miles de suposiciones y preguntas sin […]

Hoy martes se conmemora el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas

La última sonrisa, el saludo de despedida o un «hablamos luego» que no se hace realidad; es la eterna imagen que queda grabada en las mentes de las personas que tienen a un familiar desaparecido.

Las miles de suposiciones y preguntas sin respuestas que se hacen los parientes del desaparecido a través de los años,  aquellas imágenes de los segundos que se perpetúan en los recuerdos de quienes sufren la desaparición de un pariente; son las cicatrices que nunca sanarán.

Se hace imposible pensar que un ser humano pueda desaparecer, incluso a plena luz del día, y que los organismos de seguridad no puedan garantizar una respuesta, ni siquiera un motivo o razón de porqué uno de los suyos simplemente dejó de existir.

Y es que el Estado no siempre será el responsable de que los ciudadanos desaparezcan, pero sí es una obligación de este garantizar una buena investigación que pueda arrojar luz y que permita explicar qué sucedió en esas fechas fatales.

Este martes 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, por lo que a continuación presentaremos algunos casos que son señalados como desaparecidos del Estado, uno de ellos con una sentencia establecida en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Narciso González (Narcisazo)

Narciso González (Narcisazo)

Su desaparición, ocurrida el 26 de mayo de 1994, sigue siendo un misterio en el país a tal punto que en abril de 2012, hace 10 años exactamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó al estado de República Dominicana por su caso, además de ordenar el pago de más de 450.000 dólares a sus familiares.

Uno de los documentos elaborados por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), al conocer el caso que llevó a condenar al Estado dominicano, indica que en los días previos al 26 de mayo de 1994, oficiales militares acudieron a una funcionaria de una telefónica que “habitualmente colaboraba” con “los organismos de seguridad”, a fin de lograr “la intervención del número teléfono” de Altagracia Ramírez (Tatis), esposa del desaparecido.

El documento se basa en la declaración de de una de las empleadas de la telefónica, al ser interrogada por el Séptimo Juzgado de Instrucción del Distrito Nacional, el 16 febrero de 1999.

A pesar de que el Estado dominicano fue condenado por el caso como “Desaparición Forzosa”, hasta la fecha  no se ha presentado ninguna novedad y los Gobiernos desde entonces a la actualidad no han hecho público si se realiza o no la investigación ordenada por el organismo internacional.

Juan Almonte Herrera

Juan Almonte Herrera

Miembro de la ONG Comité Dominicano de los Derechos Humanos, está desaparecido desde el 28 de septiembre de 2009, cuando al parecer fue secuestrado en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, por la policía nacional.

El último avistamiento de Almonte fue en Boca Chica, cuando salía de su trabajo y se dirigía a comprar frutas enfrente del local. Testigos aseguraron que uniformados «se lo robaron» y lo introdujeron en un vehículo. 

Después del hecho nada se ha sabido de él.

Randy Vizcaíno

Randy Vizcaíno

En 2013 andaba en su motocicleta en horas de la noche por el sector Los Frailes y le fue ordenado detenerse por una patrulla policial.

Supuestamente, al este negarse a estacionarse en un lugar que se encontraba oscuro continuó su trayecto, por lo que los agentes lo persiguieron,  apresaron y trasladaron al destacamento.

Un amigo de Randy que andaba con él relataría tiempo después que a este lo habían golpeado delante de su hijo en la comisaría de Los Frailes II.  Posteriormente, el jefe de la comandancia le ordenó a él que se llevara a su hijo para que no viera a su padre en tales condiciones, cosa que su amigo hizo de forma inmediata; no obstante, cuando volvió a la comisaría para ver el estado de Randy, ya este no estaba.  

Desde entonces su figura desapareció de la faz de la tierra. Nadie ha dado explicaciones al respecto.

Guido Gil

Guido Gil

Fue un periodista, abogado y líder izquierdista, luchador de la clase trabajadora de la región Este del país.

Gil fue arrestado en La Romana, el 15 de enero de 1967, debido a supuestas “reuniones de carácter subversivo”.

Al día siguiente fue puesto en libertad y el 17 de enero del mismo mes, lo volvieron a apresar en el puente sobre el río Higuamo de San Pedro de Macorís, cuando regresaba a la capital y desde ese día no volvió a aparecer jamás.

Henry Segarra

Henry Segarra

Fue un dirigente del MPD de Santiago que el 25 de julio del año 1969 se dirigía hacia Dajabón cuando una patrulla compuesta por militares lo detuvo en el cruce de las calles Beller y Francisco del Rosario Sánchez.

En principio, el gobierno de Joaquín Balaguer negó su detención o cualquier vinculación a su desaparición. Sin embargo, Henry dejó sus últimas huellas  en la Fortaleza Beler cuando escribió en las paredes de la solitaria celda un mensaje dedicado a su esposa Gladys Gutiérrez: “Gladys, esto es para hombres, donde hay lucha hay sacrificio y la muerte es cosa corriente”.

Esa fue la última señal de vida de Henry, pues nunca se le volvió a ver.  

Como recita Rubén…

De acuerdo a Amnistía Internacional, el término legal “desaparición forzada” puede sonar algo tosco, pero la historia humana que subyace es sencilla: las personas desaparecen, literalmente, de entre sus seres queridos y de su comunidad, cuando agentes estatales (o con el consentimiento del Estado) las detienen por la calle o en su casa y después lo niegan o rehúsan decir dónde se encuentran. Es un delito de derecho internacional.

A menudo, estas personas nunca son puestas de nuevo en libertad, y no llega a conocerse su suerte. Muchas veces, las víctimas sufren tortura y viven con el temor constante de que las maten. Saben que sus familias desconocen por completo su paradero, y que no es probable que alguien acuda en su ayuda. Incluso si escapan de la muerte y son liberadas, las cicatrices físicas y psicológicas permanecen.

Y es que el dolor que causan las desapariciones forzadas nunca sanan, pues como dicen esas interpretaciones de Ruben Blades que plasman tantas realidades.

¿Adónde van los desaparecidos?

Busca en el agua y en los matorrales

¿Y por qué es que se desaparecen?

Porque no todos somos iguales

¿Y cuándo vuelve el desaparecido?

Cada vez que los trae el pensamiento

¿Cómo se le habla al desaparecido?

Con la emoción apretando por dentro

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