La segunda no estuvo calculada tan precisamente como la primera; se planeó eliminar a los hermanos del tirano
Este viernes 30 de mayo se conmemora el 64 aniversario del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó la República Dominicana desde el año 1930 hasta el día de su muerte, en 1961.
El magnicidio al “Benefactor”, de acuerdo con el historiador Juan Daniel Balcácer, presidente de la Academia Dominicana de la Historia, es un acontecimiento político extraordinario, por medio del cual sus protagonistas no sólo arriesgaron y sacrificaron sus vidas y las de sus familiares, sino que lograron librar al pueblo dominicano de una de las más sangrientas tiranías de América, allanando el camino para la construcción del sistema democrático que hoy disfrutan todos los quisqueyanos.
La conspiración contra “El Jefe” tuvo dos fases, la primera era el ajusticiamiento, que resultó exitosa; y la segunda, que correspondía desarrollar al grupo político y al subgrupo militar, nunca pudo despegar.
La segunda fase no se llevó a cabo debido a que, “en cuestión de horas”, los planes originalmente concebidos, “simplemente se esfumaron”, sin que ninguno de los jefes de la trama política pudiera aplicar las verdaderas causas de ese fallo”.
Así lo narró Balcácer en el Senado de la República, al ofrecer la conferencia “Qué pasó la noche del 30 de mayo de 1961 y los días posteriores”, en ocasión del 64 aniversario del fusilamiento de Trujillo.
La actividad fue realizada en el salón Reinaldo Pared Pérez, encabezada por el presidente del órgano legislativo, Ricardo de los Santos, con la presencia de destacadas personalidades, entre ellas familiares de los héroes de la gesta del 30 de mayo de 1961.
El martes inolvidable
En su ponencia, el catedrático narró paso por paso, y con detalles la ejecución del complot que terminó con la vida del “Generalísimo”, y los sucesos posteriores que involucraron a los conjurados. Comenzó su exposición aclarando que el 30 de mayo de 1961 fue martes. “Algunos se preguntarán por qué comienzo mis palabras señalando que ese día era martes. Y lo hago porque el atentado para eliminar físicamente al dictador Trujillo estaba planificado para que en efecto ocurriera un miércoles”, afirmó.
Dijo que los conjurados duraron poco más de año planificando la manera más segura y efectiva de eliminar al tirano por diferentes lugares, pero una vez se enteraron de que éste acostumbraba trasladarse a San Cristóbal los miércoles al anochecer sin los dispositivos de seguridad correspondientes a su alta investidura, decidieron concentrarse en esa posibilidad para emboscarlo.
El martes 30, hacia media mañana, uno de los vinculados al complot se enteró que ese día por la noche Trujillo viajaría a la referida provincia.
“Con esa valiosa información a mano, la persona, cuyo nombre era Miguel Ángel Báez Díaz, telefoneó a Antonio de la Maza cerca de las 5:00 de la tarde, para transmitirle la información. De la Maza no perdió tiempo, y de inmediato se dispuso a llamar a los compañeros disponibles en la capital para tratar de cumplir con la misión de matar al dictador. Debido a la rapidez con que debió actuar, solo pudo reunir a siete compañeros, para una misión que había sido planificada con la participación de nueve personas, equitativamente distribuidas en tres medios”, expuso.
A las 8:00 de la noche ya el grupo estaba preparado para entrar en acción. Así que se trasladaron a la avenida George Washington y allí se repartieron las armas, al tiempo que aparcaron los vehículos en tres puntos diferentes a la espera de que Rafael Leónidas Trujillo pasara para llevar a cabo la misión.
“La angustiante espera duró alrededor de hora u hora y media, y cerca de las 9:00, el dictador y su chofer, San Frías de la Cruz, se desplazaron por la avenida George Washington en dirección a San Cristóbal, y pasaron frente al Teatro Agua y Luz. Los cuatro conjurados que esperaban en ese punto, tan pronto avistaron el carro del dictador, abordaron el suyo y comenzaron a perseguir a la presa. De manera que al cabo de 15 minutos o menos ya estaban aproximándose al carro de Trujillo (…). La persecución del objetivo se hizo en 15 minutos. Casi de inmediato, el vehículo persecutor pudo alcanzar al de Trujillo, lo que Antonio de la Maza y el Teniente García Guerrero aprovecharon para abrir fuego, logrando que el primer disparo de escopeta que portaba de la Maza hiriera al tirano. Se trató de una herida casi mortal”, detalló.
El intercambio de disparos duró unos cinco minutos, “una eternidad” para lo que acontecía en ese momento, ponderó.
Tras una explicación minuciosa, Balcácer indicó que Antonio Imbert Barreras dio un tiro de frente en el pecho al dictador, y este cayó de bruces. Acto seguido, “con la rapidez de un rayo”, Antonio de la Maza se aproximó y disparó a Trujillo en la barbilla, que consideró como el tiro de gracia.
Uno era crear una junta civil de gobierno
El historiador Juan Daniel Balcácer destacó que la segunda fase del ajusticiamiento del dictador dominicano no estuvo calculada de manera tan precisa como estuvo la primera.
El plan de los ajusticiadores consistía en 10 puntos: tomar control de las Fuerzas Armadas; apresar a los principales miembros de la familia Trujillo y colaboradores más comprometidos con el régimen; fusilar a cualquier miembro de la conjura que resultara herido en el enfrentamiento con el dictador; eliminar a los hermanos de Trujillo; deportar a las hermanas del “Jefe”; designar a Juan Tomás Díaz como secretario de las Fuerzas Armadas; crear una junta civil de gobierno; arrestar a algunos personeros de la dictadura, ejecutar a algunos reconocidos esbirros y torturadores; someter a juicio por un tribunal militar a varios militares de alta graduación; expropiar los bienes de Trujillo y su familia; y proceder a cerrar la frontera, el aeropuerto y tomar control de las emisoras de radio y televisión; entre otras medidas.