Pronuncia discurso por 95 aniversario de fundación de Junta Central Electoral
El presidente de la Junta Central Electoral (JCE), doctor Julio César Castaños Guzmán, instó a los miembros titulares del pleno de esta institución, así como a sus suplentes, funcionarios y empleados hacer un compromiso formal para organizar y celebrar unas elecciones transparentes y diáfanas en el año 2020 y de esa manera ser recordados con honor.
“Debemos dejar una huella constituida por el surco de nuestros afanes y que a su vez sea regado con el sudor de nuestro trabajo honesto e incansable; que marque esta época con un avance institucional y sostenido del Registro Civil y la Cédula de Identidad y Electoral”, manifestó el presidente de la JCE.
Sus palabras están contenidas en el discurso de agradecimiento pronunciado en la eucaristía con motivo de la conmemoración del 95 aniversario de la JCE, celebrada en la Catedral Metropolitana Nuestra Señora de la Encarnación Primada de América, por su Excelencia Reverendísima, Monseñor Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo y Primado de América. A la misa asistieron los miembros titulares de la JCE, Rosario Graciano, Carmen Imbert Brugal y Roberto Saladín.
También el expresidente Hipólito Mejía y el excandidato presidencial del PRM, Luis Abinader, entre otras personalidades.
A continuación sus palabras:
Señoras y señores:
Antes que todo, debemos agradecer a Monseñor Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América, por la condescendencia y generosidad que ha tenido con nuestra institución de celebrar esta Eucaristía en Acción de Gracias por el 95 aniversario de esta Junta Central Electoral.
Celebramos además, la presencia de las distinguidas personalidades que nos acompañan hoy, invitados especiales, miembros del cuerpo diplomático y consular acreditado, funcionarios, dirigentes y delegados de los partidos políticos, funcionarios y empleados de la JCE, sociedad civil y medios de comunicación.
¡Bienvenidos todos!
La intención de este acto litúrgico carecería de parte nuestra en sus propósitos de sinceridad y objeto, si el mismo no tuviese en cuenta que entre el 1923 y este 2018, el Sistema Electoral dominicano ha pasado por distintas etapas y en efecto hemos tenido sombra… hemos tenido luz.
Sombra, porque tuvimos una tiranía durante 31 años que celebraba elecciones fingidas a través de un partido único y candidatos electos a través de la coacción.
Sombra, porque el golpe de Estado de septiembre del 1963, se llevó de encuentro el anhelo de una nación que siete meses antes había elegido libremente su primer gobierno democrático.
Sombra, por la Guerra de Abril de 1965, con una intervención militar extrajera.
Sombra, por la dudosa legalidad en el pasado de algunos certámenes electorales con resultados que determinaron crisis postelectorales.
Pero hemos tenido más luces que sombras porque el Sufragio Universal y el Voto Directo, que son elementos fundamentales de una república libre e independiente, se han mantenido durante todos estos años con la celebración periódica de elecciones.
Luz, porque los valores democráticos han estado presentes, cuando menos literalmente, en todas las constituciones que han regido el orden institucional dominicano durante estos 95 años.
Luz, porque a pesar de todos los momentos difíciles que han marcado el devenir de este país, siempre ha estado presente el anhelo de libertad e igualdad.
Luz, porque en los instantes más oscuros, las elecciones muchas veces han venido como una solución que ha rescatado el país de los abismos.
Luz, porque la esperanza y el deseo de seguir adelante viviendo en libertad no ha sido aplastada por períodos de verdadero despotismo, violencia e incomprensión.
Luz, porque el gran protagonista de esta historia es el pueblo dominicano. Es la Nación dominicana imbuida de fervor patrio, de anhelos de convivencia civilizada y amor que ha mantenido incólume una voluntad probada de que la democracia, la plena democracia, sea una realidad en la República Dominicana.
Esta eucaristía tampoco cumpliría con su objetivo si de parte nuestra no se consolida el compromiso de servirle a este país desde la verdad, la honestidad, la transparencia y el trabajo incesante.
Por tal razón deseamos proponer hoy, solemnemente, a todos los Miembros, Miembros Suplentes y a los funcionarios y empleados de la Junta Central Electoral, que hagamos un compromiso formal para dejar una huella: el hito para ser recordados en el honor.
Una huella constituida por el surco de nuestros afanes y que a su vez sea regado con el sudor de nuestro trabajo honesto e incansable.
Una huella que marque esta época con un avance institucional y sostenido del Registro Civil y la Cédula de Identidad y Electoral.
Una huella que preserve la nacionalidad dominicana de todas las asechanzas que se ciernen sobre ella.
Una huella de imparcialidad y objetividad que despeje todas las dudas en la celebración de las próximas elecciones generales del año 2020.
Una huella por garantizar el ejercicio de los Derechos Fundamentales de elegir y ser elegido, que es el gran reto de la Junta Central Electoral, y la realización de todos los actos lícitos para solventar estos derechos, que es una ardua tarea, no solo de la JCE, sino además de las Juntas Electorales establecidas en todos los municipios del país, así como de los Colegios Electorales.
Las próximas elecciones serán organizadas, dirigidas y supervisadas por la JCE y las Juntas Electorales bajo su dependencia, las cuales tienen la responsabilidad de garantizar la libertad, transparencia, equidad y objetividad de las elecciones.
La Potestad Reglamentaria Originaria conferida por la Constitución de la República a la JCE establecida en el Párrafo IV del artículo 212, nos compromete institucionalmente a reglamentar los tiempos y límites en los gastos de campaña, así como el acceso equitativo a los medios de comunicación y, de esta forma, velar por que los procesos electorales se realicen con sujeción a los principios de libertad y equidad en el desarrollo de las campañas y transparencia en la utilización del financiamiento.
Para todos estos propósitos contamos además, de manera principal, con la juventud dominicana. A todos sus integrantes hacemos un llamado, un llamado para que, continuando con el ideal duartiano, se comprometan también con el destino de su país, trabajando en los Colegios Electorales, y desde ya los estamos llamando a que se integren de forma militante a defender su democracia.
Por tales motivos, la plena reivindicación del ideal democrático resulta inimaginable sin que la Justicia, que es la primera de las virtudes públicas, no se constituya en una voluntad decidida y tenaz para instaurarla en las próximas elecciones. La democracia no es simplemente una forma de gobierno basada en una Constitución razonable. Es una forma de vida unida a una gran tradición y la tradición es la fuerza moral. El destino de la raza humana depende de la fuerza moral de los seres humanos.
Ya para concluir, nunca olvidemos que la República Dominicana, tal y como hemos dicho precedentemente, ama su democracia, ha luchado por ella y la desea. La espera como el fuego cotidiano del hogar campesino que atempera el rigor de las madrugadas con el resplandor del amanecer.
Es que una alborada brotará esplendente en las próximas elecciones, en cada una de las urnas que, diseminadas en el territorio patrio, serán custodiadas, como un tesoro, por esta Junta Central Electoral, por cada una de las Juntas Electorales en los 158 municipios y en cada Colegio Electoral de los más de 16,000 que articulan las Asambleas Electorales.
Celebremos pues y alegrémonos con este 95 aniversario. Sigamos adelante, con la esperanza puesta en las grandes virtudes de este pueblo. Y sobre todo, con la fe inquebrantable en que Dios nunca, nunca, desampara a aquellos que cumplen con su deber.
Muchas gracias.