Plantean que la crisis climática aumentará hasta un 300% la pobreza extrema en Latinoamérica y el Caribe

La magnitud y las consecuencias propias de la crisis climática que se desarrollan con carácter global afectan de forma mayúscula a la República Dominicana, por características propias de su locación geográfica, sin embargo, el factor “pobreza”, que trae consigo desigualdad social y disminución de la calidad de vida, se suman como un detonante principal en los esfuerzos de mitigación de la crisis climática, obligando a los ciudadanos de escasos recursos a generar accesos a medios de vida en detrimento del medioambiente, disminuyendo los esfuerzos de las estrategias multisectoriales.

Recientemente, según ha publicado el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, un 3.06 % de la población se encontraba en pobreza extrema en 2021; y la de pobreza general pasó de 23.36 % a 23.85 %, para un aumento de 0.49 puntos porcentuales con respecto a 2020.

Asimismo, explica que la pobreza monetaria está directamente relacionada con el ingreso real de los hogares, que disminuyó 3.83 % como consecuencia del efecto combinado del aumento del ingreso nominal y la inflación, la cual alcanzó 8.5 % en 2021.

En ese sentido, emerge la relevancia de crear y mejorar los medios de subsistencia para las zonas más vulnerables, al mismo tiempo frágiles, en locaciones con débiles procesos de reconstitución económica.

Es decir, que si aumenta la calidad de vida y disminuye la pobreza, estaríamos frente a un escenario de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), en el marco de la agenda 2030, (fin de la pobreza, salud y bienestar, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, etc), solo por citar algunos.

La República Dominicana se encuentra frente a desafíos internos para la mitigación de la crisis climática, como las miles de familias que viven aún a orillas de ríos y cañadas, que a falta de medios propios de saneamiento y drenajes pluviales, contaminan directamente estos afluentes, donde también es utilizado el recurso hídrico para las necesidades básicas como aseo, regar las plantas y cocción de alimentos, generando una espiral de propagación de enfermedades epidemiológicas e impacto medioambiental en todos los niveles. Posteriormente, impactan el sistema sanitario nacional y las capacidades de los centros médicos para el control de epidemias y enfermedades, así como las acciones rubricadas en convenios y acuerdos para la reducción de las consecuencias propias de la emergencia climática.

La República Dominicana tiene varios desafíos internos para la mitigación de la crisis climática, como las miles de familias que viven aún a orillas de ríos y cañadas.

Aumento de pobreza extrema

De igual manera, los expertos en cambio climático del Banco Mundial, en su investigación sobre cambio climático y pobreza en América Latina y el Caribe, Anna Wellenstein, directora regional para América Latina y el Caribe del Grupo de Prácticas de Desarrollo Sostenible; Julie Rozenberg, economista; Sara Turner, economista y Brian Walsh,economista senior, plantean que el cambio climático derivará en un aumento de hasta 300 % en la pobreza extrema de América Latina y el Caribe (ALC) para el año 2030, la República Dominicana no es la excepción.

“El alza de la temperatura, el estrés hídrico y la creciente frecuencia de las inundaciones elevarán la incidencia de enfermedades transmitidas por el agua, imponiendo costos por tratamiento y pérdidas de ingreso en los hogares afectados. Las enfermedades transmitidas por el agua afectan de manera desproporcionada a los hogares pobres, ya que es menos probable que tengan electricidad, agua potable y saneamiento”, explican.

Por tanto, parte de la solución a largo plazo para contrarrestar las consecuencias de la crisis climática, es precisamente en la disminución de las desigualdades sociales. Igualmente, el diseño y desarrollo de las infraestructuras urbanas sin ignorar el creciente número de personas que viven en asentamientos informales o en la periferia urbana desconectada.

En zonas que suelen carecer de acceso a los servicios básicos, lo que obliga a los residentes a hacer sus propios arreglos, a menudo ilegales, informales o costosos en términos de tiempo, dinero, salud y costes ambientales.

Finalmente, es preciso aunar esfuerzos desde los gobiernos locales, nacionales e internacionales para promover iniciativas medioambientales que involucren en las acciones climáticas a las poblaciones y comunidades más desfavorecidas en materia de políticas públicas y privadas.

Retos permanentes

En relación con eso, organismos internacionales y locales, apuntan que los países como la República Dominicana son muy vulnerables frente a la emergencia climática actual por los desfases de servicios sociales, infraestructuras débiles, cohesión territorial, limitación de espacios verdes, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), determina que en las ciudades es necesario al menos entre 10 y 12 metros cuadrados de espacio verde por habitante, muy carente en el Gran Santo Domingo, así como la contaminación de los ríos, afluentes y zonas urbanas de desechos sólidos, la contaminación del aire, y el crecimiento desorganizado en el ordenamiento territorial urbano.

De igual forma, permanecen como tareas pendientes los vertederos a cielo abierto, la contaminación de ríos, arroyos y afluentes a causa de empresas petroquímicas, plásticos ciudadanos y extracción ilegal de arena.

También la tala de árboles, la pesca indiscriminada, producción de plásticos, la carencia de orden y planeación territorial, la minería irresponsable, la carencia de educación ambiental ciudadana, mal manejo de aguas residuales, el incremento de tugurios al margen de ríos y playas, la quema de residuos y madera.

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