La fundación lleva 10 años fomentando el desarrollo de los niños y salvándolos del trabajo infantil en Bienvenido

En medio de la vulnerabilidad, el retraso y la pobreza latente en el Batey Bienvenido, Santo Domingo Oeste, desde hace una década la Fundación La Merced, sigue destellando un rayito de esperanza para quienes tienen menos oportunidades, especialmente alumbrando los rostros de niños expuestos a la necesidad de trabajar a temprana edad.

El objetivo desde su fundación ha sido siempre el mismo, acompañar a los niños en su desarrollo integral y ayudarlos a vivir su niñez a plenitud, sin mirar color o nacionalidad, solo atendiendo a las necesidades, y desarrollando oportunidades para ellos. “Esto surge como respuesta a la comunidad y especialmente a los niños que se ven obligados a trabajar. Todo esto que ustedes ven, es el acompañamiento a niños para que aprendan a leer, para que aprendan a relacionarse, para que puedan ser niños y los vamos después integrando a la escuela”, es como define el espacio el padre Tomás García, fundador de la institución.

Pero Fundación La Merced, que ahora tiene su propia estructura, y cuenta hoy con dispensarios médicos, algunas aulas, biblioteca, un huerto, una cancha, espacios para recrearse y comer, una planta potabilizadora y una casa de voluntarios en construcción, no era ni la sombra de todo esto. En sus inicios, la iniciativa tenía lugar en una pequeña iglesia de esa comunidad, ubicada cerca del río, desde donde el padre Tomás identificó la necesidad de crear este espacio para los niños.

“Identificamos que los niños que iban con sus limpiabotas a las Caobas eran de aquí. Iban una vez a la semana a la parroquia. Había que crear un espacio para ellos y lo creamos al lado del río, en una iglesia que nos cedieron para poner una sala de tareas. Luego integramos a las niñas, con la presencia de las monjas, religiosas mercedarias, compramos este terreno, y casi al inicio de la pandemia, empezamos a construir aquí”.

A pesar de que se busca acompañar de manera integral a los niños, incluyendo la parte educativa, el sacerdote aclara que la fundación no es, ni busca reemplazar las funciones de la escuela. “Esto es un espacio de educación no formal. Aquí tienen alfabetización, nivelación escolar, y también refuerzo escolar”.

La idea no es simple y llanamente distraerlos, pues durante su estadía se les fomenta el hábito de la lectura, se les refuerza en las materias que tienen más dificultades.

Además de la instrucción educativa, también los ayudan a desarrollar sus dones y talentos. “Los sábados y viernes tienen clase de música, de guitarra, flauta, danza, talleres de reciclaje”, cerrando cualquier brecha de exposición que tengan para laborar.

El trabajo de esta fundación es en equipo, con cada uno aportando su granito de arena para construir un ambiente sano e integral para los niños, involucrando a las familias y a la comunidad para así lograr un mayor impacto.

“Nos hemos dado cuenta que el trabajo infantil es consecuencia de una desigualdad y de la pobreza que hay que buscar como mitigarla y desarrollar oportunidades. Va muy de la mano ese desarrollo comunitario. El centro es un puente para la comunidad y la comunidad para el centro. Todas las oportunidades que se dan aquí, hay que llevarlas a la comunidad, y eso es lo que nos va a permitir que ese niño y esa niña dejen de trabajar y puedan vivir mínimamente su infancia. Los niños pueden apoyar y ayudar como nosotros hemos apoyado a nuestros padres, pero una cosa es ayudar y otra cosa es dejar de ir a la escuela y vivir como adulto. No hacemos nada con involucrar solo a los niños, también hay que involucrar a los padres y a toda la comunidad.”

El centro cuenta con colaboradores, médicos, maestras, psicólogos clínicos y psicopedagogos, voluntarios locales y extranjeros, y la representación de la bondad divina, con la presencia de las hermanas mercedarias y el sacerdote. Cada uno de ellos trabajando con el corazón para ayudar a los niños a tener una infancia ideal.

Reacciones

Llevo 16 años viviendo aquí y cuando llegué eso fue lo que me tocó fuertemente. El tema de cómo superar el trabajo infantil, es que hay que estar muy vigilantes y tener una mirada muy constante y de acción. Cuando quieres darte cuenta otra vez vuelve a subir.”
Tomás García
Sacerdote y fundador
A la medida que vas trabajando por vocación, decisión y convicción, te vas comprometiendo. Vas conociendo a los niños y sus situaciones y vas queriendo ayudar. Te enamoras de los procesos y ya no hay vuelta atrás”.
Dulce Rosso
Maestra psicopedagoga

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