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Yenny Ramona Feliz, es una madre soltera con cáncer que en medio de precariedades trata de subsistir con su hijo que padece de hidrocefalia.

Hace 24 años Yenny  salió de su pueblo, Polo,  un municipio de la provincia Barahona para asentarse en la capital, tras enterarse de la condición con la que nacería su hijo.

Lo que nunca podría imaginar es que para este tiempo se estaría enfrentando a una lucha contra el cáncer.

“Me da miedo  si llego a faltar que será de él, una de las cosas más difíciles es pensar  que yo no sé quién cuidará de mi hijo sino estoy aquí”, expresó  a periodista de ElCaribe.

Lo más penoso para Feliz no es mantenerse de pie en medio de  una enfermedad  con tratamientos tan costosos como lo es el cáncer, específicamente el diagnosticado en su paladar; sino no tener los recursos necesarios para afrontar las precariedades que ha tenido que vivir todos estos años junto su hijo.

Por su estado Yenny necesita una buena alimentación  y nutrición, sin embargo  no posee los recursos económicos para cuidar de ella ni de su descendiente.

La miseria y desolación son latentes en su cotidianidad, donde entre pedazos  de zinc,  palos  y maderas se encuentra  su vivienda en el sector de Valiente.

Cada día a las siete de la mañana, Yenny se levanta  como de costumbre y  presenta su vida a Dios, desayuna pan con café, chocolate o lo que pueda encontrar, siendo esto en distintas ocasiones la única comida de todo un día para alimentar a su hijo y  su madre,  quienes presentan condiciones de salud.

“Imagínese usted cuando yo me levanto y no tengo nada quedarle a mi hijo o mi madre, yo no me veo bien y la mente me cambia”, comentó

Luego del nacimiento de su hijo, Feliz fue abandonada  por su pareja y padre de sus tres hijos debido a la crisis económica que atravesaban. A esto se sumó la condición de rechazo que le impedía al padre de Brainer  actuar con responsabilidad.

Ante todo esto, Yenny nunca se rindió y continuó su camino en lucha de encontrar soluciones para los trazos que el destino le había preparado.

Por todas estas precariedades, pobreza y limitaciones a sus 53 años, su condición de salud está deteriorándose ante los pocos recursos que recibe para  mantenerse alimentada y en tratamiento.

Por otro lado, los altos costos de pasajes a las citas programadas en los hospitales para su tratamiento representan otro gasto que ella no puede sustentar.

Esta madre soltera solo pide al gobierno acudir a su auxilio para la construcción de su hogar  y ayuda en los costos de los tratamientos de ella y su hijo.

En República Dominicana tener un niño con condiciones especiales, específicamente con hidrocefalia y sin recursos económicos para afrontar lo que lleva, es una de las situaciones  más desafiantes para miles de madres dominicana.

Feliz anhela volver a trabajar y estudiar repostería como planeaba anteriormente antes de que su vida cambiara para siempre; pero lejano como un sueño, Yenny debe vivir con la realidad de no tener para sustentarse y solo depender de las pequeñas colaboraciones que recibe.

No puede disponer de su tiempo al no poder costear una escuela especial para su hijo y menos sin contar con un trabajo que le permita depender del rumbo de su vida, además de ayudarse a mejorar un poco sus días oscuros.

No obstante, aunque el país  ha avanzado con un proyecto interpuesto por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y representantes del Consejo Nacional de Discapacidad  (CONADIS),  el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) y Salud Pública, hoy más que nunca se hacen emergentes una resolución para crear programas de ayudas económicas para las familias que tienen niños con condiciones especiales.

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