“Estamos hartos de la impunidad y hartos de la falta de valores”

El reverendo Catalino Tejada, coordinador de la Vicaría Pastoral Familia y Vida, del Arzobispado de Santo Domingo, y cura de la parroquia El Buen Pastor, tiene ideas muy claras sobre el momento que vive la sociedad dominicana y hacia dónde debe dirigirs

El reverendo Catalino Tejada, coordinador de la Vicaría Pastoral Familia y Vida, del Arzobispado de Santo Domingo, y cura de la parroquia El Buen Pastor, tiene ideas muy claras sobre el momento que vive la sociedad dominicana y hacia dónde debe dirigirse.Cree, por ejemplo, que a pesar de que durante mucho tiempo la sociedad vivió una especie de letargo, hoy en día se observa un despertar, el cual explica en su convencimiento de que “la gente está harta de la impunidad, de la falta de valores, y sobre todos de que nuestro país se vea como el menos educado, uno de los más corruptos y violentos”.

Así lo planteó a este diario en una conversación en la que Tejada observó que “solamente cuando se penalice lo mal hecho, la mala gestión, la corrupción, las nuevas generaciones cogerán cabeza y desearán ser personas de buena voluntad, con valores”.

¿Cómo ve la sociedad dominicana de hoy en día?
Estamos en proceso de cambio epocal, como lo plantean sociólogos, los antropólogos… un cambio epocal en que la sociedad se va transformando, y está perdiendo valores que son inmutables y que se transmiten de generación en generación, como son el amor, la voluntad, la honestidad, la lealtad, la entrega, el sacrificio, y el amor a la Patria, el servicio, el sentido patriótico, que es una forma de entrega, amar a la madre Patria, a la madre tierra, a la madre naturaleza.

¿Falta orientación a la sociedad?
La sociedad se ve algo desorientada hasta en la forma de elección, confundida en los valores, con mucho relativismo de los valores fundamentales, que vive en una libertad que esclaviza, pero afortunadamente en nuestra sociedad hay más gente buena que mala, y es una sociedad que siempre ha sabido levantarse de los acontecimientos adversos.

¿Y qué hacer ante este cambio de valores?
Pienso que hay que hacer un feedback, una mirada atrás, retrospectiva, cuestionándonos nosotros mismos, por qué se están cambiando los valores, por qué el relativismo que se le da a los valores, es decir, por qué pensamos en lo que conviene en el momento. Eso debemos aplicarlo a la familia, porque es donde podemos acoger lo que es bueno y rechazar lo que es malo, pues es santuario de vida y escuela de valores.

¿Entonces hay que comenzar con la familia?
Sí, no olvidemos que la familia construye a la persona y ser persona es ser semejante a Dios, y cuando la familia no construye a la persona entonces se crea al individuo, el individualismo, y para que ese individuo cambie y sea reconstruida tiene que darse un milagro de conversión, de transformación.

Usted plantea la conversión como un milagro…
La persona que es resiliente es capaz de levantarse, frente a los acontecimientos adversos a la adversidad misma que lleva dentro. Las personas tenemos dentro cielo y el infierno, construcción y destrucción, el camino bueno y el camino malo, y al final elegimos, pero para elegir bien tenemos que estar bien formados.

¿Hace falta un despertar social?
Sí. Nuestro país no es una sociedad que se ha apagado, pues es una sociedad que vibra con el bien, que rechaza el mal, y sabe dónde está el mal. En medio de tantas cosas malas la bondad es más grande, y la esperanza es más ardiente que la desesperanza. La esperanza, esa llama en el pecho de la gente, como dice el Himno Nacional: “Si en su pecho la llama no crece, que templó el heroísmo viril…”, esa llama la veo en el corazón de quien busca lo bueno.

¿Es la Marcha Verde esa expresión?
Creo que tanto la Marcha Verde como otras gentes que no están ahí tienen el sentir de la Patria, tienen esa llama, y creo que todos los países deben despertar del letargo, pues vivimos una historia cíclica de tiempos de vacas gordas y tiempos de vacas flacas.

Hay quienes dicen que la Marcha Verde es política
La buena política no es mala. En “La Ética Nicomáquea” Aristóteles habla del bien común, del homo politikus, el hombre de virtud, y Aristóteles decía que ese hombre era mejor que el hombre familiar, porque abarcaba el bien de todos, y el de la familia se preocupaba por un núcleo más pequeño. Jesús se vino a preocupar por el bien de los demás, y aún así le decía a los apóstoles que dentro de ellos se meterían lobos rapaces que quieren saciar su propia hambre. Jesús llama al bien común y ahí están los hechos de muchos papas, de Mahatma Gandhi, a Martin Luther King, que profesaban una cultura de paz, de la no violencia, de la igualdad, como lo han hecho muchos papas.

¿Deben las sociedades levantarse?
En las sociedades deben surgir movimientos, y repito, pero que jueguen su papel por el bien común, y por eso espero que la marcha verde, que a mí me gusta y apoyo, tenga como objetivo el bien común, y no un bien particular.

¿Cuál debe ser el papel de la Iglesia?
La Iglesia no es una sociedad aparte, y está compuesta por los hombres de la poli, que tienen valor, que han aceptado el evangelio, y trabajan por la sociedad y todos somos iglesias. La Iglesia apoya a quienes trabajan por la sociedad, al ente político que trabaja por el bien común.

¿Usted relaciona la participación social con la familia?
La Iglesia trabaja con la familia, pues si la familia está sana la sociedad está sana. Todas las diócesis trabajan en el ámbito familiar, porque en la familia se fragua el futuro de la humanidad, y si no hay familia no hay valores, no hay sociedad, porque no hay escuela. Dentro de los proyectos de la Iglesia está la familia. La Iglesia trabaja con cada persona, que es creada a imagen y semejanza de Dios.

Pero la familia está amenazada
Así como la Iglesia trabaja con la familia hay intereses obscuros, demoníacos, que quieren destruir a la familia, porque una persona destruida es una persona consumista, porque el que está destruido espiritualmente, es un buscador insaciable que vive buscando llenarse con diferentes cosas.

¿Está planteando que hay vacío existencial?
El individuo busca llenar el vacío existencial, que está ahí, y hay que llenarlo, y algunos ven en el suicidio como la única alternativa, que se da cuando se pierde el sentido y no se encuentra cómo llenarlo, a pesar de que puede tener de todo, incluso, hasta su forma de muerte a través de la eutanasia, pero se suicida antes.

Trascendencia
Se ha perdido el sentido de trascendencia, de vida después de la muerte, y se vive el hoy, darle gusto al cuerpo, y el cuerpo siempre pide más”

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