Especialista recomienda mantener a estos chicos ocupados y a estar atentos a su estado emocional
Tener un coeficiente intelectual superior al resto, para ese reducido grupo del 2 por ciento de la población mundial implica muchas veces sentirse como pez fuera del agua y cargar con el abrumador peso de la incomprensión.
De esta forma pueden sentirse muchos niños y jóvenes con altas capacidades intelectuales cuando por desconocimiento, dejadez o falta de empatía del entorno en que se desarrollan no encuentran las condiciones favorables para poder ser quienes son: personas superdotadas.
Al menos así se sintió en su juventud la presidenta de la Fundación El Mundo del Superdotado España, Carmen Sanz Chacón, quien tuvo una participación estelar vía zoom en la inauguración del “1re Congreso Identificación y Apoyo Educativo al Alumnado con Altas Capacidades Intelectuales de República Dominicana”.
“Simplemente decir que soy superdotada, mis hijos también, y una de las razones por las que me dedico a este tema es porque, bueno, en parte yo lo he pasado bastante mal cuando era adolescente por ser superdotada y mis hijos también lo han pasado mal”. Con la honestidad de estas palabras, Sanz Chacón, psicóloga clínica, introdujo su conferencia “Impacto Emocional de la Falta de Atención Educativa Específica en los Niños con Altas Capacidades”. “Veo aproximadamente unos 300 casos cada año y, como decíamos, pues llevo más de 20 años. La experiencia que tengo, sobre todo, es práctica. Entonces, hoy me gustaría hablar del tema emocional, que es en lo que yo soy especialista, en el ámbito emocional. Porque yo sé que el Congreso va dirigido al mundo educativo, pero tengo especial interés en que seáis sensibles, los profesionales del mundo de la educación, del impacto emocional que tiene la falta de atención educativa específica que estos alumnos necesitan”, sostuvo.
Reconoce que hay diversidad en la definición de “altas capacidades” conforme a los parámetros fijados por cada país. Según su experiencia, un alumno que tiene un cociente intelectual superior a 120 ya puede empezar a manifestar desajustes en una clase normal.
En estos casos, regularmente, un estudiante con 10 años tiene una edad mental de 12 años y, por lo tanto, ya va por encima de sus compañeros en su capacidad de razonamiento, en lógica, en aprendizaje, en lenguaje, en memoria. En resumen, en su potencia intelectual, explicó.
Por eso, recomienda considerar a un alumno de altas capacidades a partir de un cociente intelectual de 120.
¿Por qué son diferentes estos chicos y por qué tienen algunos problemas y a veces sienten que nadie les comprende?, pregunta la investigadora a modo de abordar los desafíos de esta disincronía entre el desarrollo mental y el desarrollo físico, que es exactamente lo que pasa en los superdotados. “Con los de su edad no se entienden porque se comportan como niños pequeños y no entienden nada. (Así lo aprecia el superdotado). Y los mayores pues o no les hacen caso, les toman el pelo o en algunos casos incluso les llegan a agredir. Personalmente lo he vivido cuando con ocho años les decía cosas a los de 13 y 14. Porque de alguna manera no entienden que les digas cosas que les molestan o que de alguna manera les haga parecer menos inteligentes”, contó.
Entre sus cualidades destaca la hipersensibilidad y alta empatía. También una sorprendente capacidad para percibir el engaño y la falsedad. Además, es bastante habitual el despiste que muchas veces se confunde con problemas de atención.
“Entonces, aparte de ser muy inteligentes, se les puede pasar por alto y esto puede provocar también muchas veces risas o que se les olviden los deberes, que vengan con zapatillas de diferente color, calcetines de diferente color o que se les olviden los libros en clase”, explica Sanz.
“No son problemas de atención. Es esa capacidad de concentración en lo que te gusta que te hace que no veas a lo mejor lo que otros ven con más facilidad”, puntualizó la neuropsicóloga.
En general, muchos chicos con altas capacidades, incluso los adultos, suelen tener problemas de salud relacionados con el estrés, como dermatitis atópicas, psoriasis, asma, alergias, gastritis, contracturas musculares y problemas para dormir.
“Con lo cual estamos dando medicación a niños que lo único que necesitan es una correcta identificación. Como digo, cuando estos niños son tan movidos que muchas veces los padres se quejan con el colegio. La solución es mantenerlos ocupados, darles cosas que les interesen para que estén ocupados siempre”, recomendó.
Estos estudiantes sufren burlas y rechazo escolar
En los peores casos, estos niños y jóvenes pueden recibir golpes, insultos, críticas y ser excluidos de juegos y actividades recreativas en el entorno escolar. Este rechazo desencadena una autoestima baja, depresión, ansiedad y más estrés, afirmó la especialista.
“Entre nuestros pacientes, tres de cada cuatro han sufrido acoso escolar o laboral. Estamos hablando del 75%. Lógicamente son personas que vienen a la clínica con problemas. No podemos generalizar a todo el colectivo”, subrayó. No obstante, refirió a estudios de asociaciones de padres de niños superdotados que concluyen en que el 50% de estos niños han sufrido acoso escolar. “Para ser aceptados disimulan, se meten debajo de la alfombra e incluso dejan de sacar buenas notas para no destacar. Esto aparte de lo que veo en la clínica, deciros que lo he vivido yo… Cuando estaba en la secundaria, dejé de sacar matrículas de honor porque no quería que siguieran diciendo los profesores que era la más inteligente del instituto”, narró Sanz.