Los niños que subsisten de la cárcel de La Victoria también tienen sueños

Jerandy Medrano, de 10 años llega a los perímetros de la cárcel de La Victoria con una mezcla en una botellita plástica y una toallita listo para comenzar a trabajar.

Niños trabajan en las afueras de la cárcel de La Victoria removiendo los sellos de los brazos de los hombre que van de visita.
Niños trabajan en las afueras de la cárcel de La Victoria removiendo los sellos de los brazos de los hombre que van de visita.

  Decenas de niños trabajan en los perímetros de la cárcel de La Victoria removiendo los sellos de lo brazos de los hombre que salen marcados tras su visita a la penitenciaría   

En chanclas, en una calle polvorienta y con una botellita plástica que contiene un líquido extraño en sus manos, caminan de un lado a otro diferentes niños en las inmediaciones de la Penitenciaría Nacional de La Victoria, con el fin de abordar a la salida a los visitantes para removerle los sellos por unas cuantas monedas.

Niños, con edades  de 10 a 14 años, interceptan a cada uno de los visitantes con la misma pregunta: “¿Ey, señor quiere que le quite el sello?”.

La vida no es solo difícil en el interior de la penitenciaría, sino que también en sus alrededores. Estos infantes cada sábado se dan cita en este lugar para trabajar arduamente bajo sol o lluvia con el objetivo de ayudar a sus familias y suplir algunas de sus necesidades.

La Dirección General de Prisiones de la República Dominicana, impone la colocación de sellos en los brazos de los hombre que visitan a los privados de libertad en la Penitenciaría Nacional de La Victoria, razón por la cual durante décadas cientos de niños han visto en esta normativa la oportunidad de ganarse la vida, removiendo está marca a los visitantes.  

Historia de Emmanuel Sena

Con una cara de ansiedad, con hambre y bajo el intenso sol de las 12 del mediodía, Emmanuel Sena de 12 años espera agarrado de la verja queda a la entrada del parqueo de la cárcel, a que salgan los hombres marcados tras la visita al interior del reclusorio.

Emmanuel Sena espera agarrado de la verja a que salga su próximo cliente, mientras que Jenrry hace un mandado en lo que salen los visitantes

Emmanuel que por más de cinco años viene a las afueras del penal los días de visitas, con una toallita y una mezcla de thinner, acetona, cloro, mistolin y suavitel en una botellita plástica, para ganarse entre 300 y 500 pesos por día.

Este adolecente que sueña con ser arquitecto, llega a los perímetros de la cárcel de La Victoria desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde, todos los sábados. Esta vez a trabajar con el objetivo de completar sus útiles escolares.

Sena con apenas siete años de edad comenzó a venir a este lugar de la mano de su hermano mayor y de un grupo de jovencitos que vivían en diferentes partes del Distrito Municipal de La Victoria.

Recuerdos

“Algunos años atrás todo era más dinámico, veníamos más de 100 muchachos, porque antes venían más gente a visitar, mi hermano y sus amigos más grande nos organizaban a todos los más pequeños; ellos nos decían que nos encargáramos de removerle los sellos a los hombres que salían y los más grandecitos ayudaban a los visitantes a bajar de los vehículos y cargar los bultos. Antes nos buscábamos más, pero nos daban menos porque éramos chiquitos, pero aun así todo era mejor”, narra Sena con una voz nostálgica.

Ahora la mayoría de esos muchachos crecieron y tienen otro trabajo, algunos son militares y otros están detenidos. “Mi hermano está preso porque le pusieron drogas unos policías; ahora solo quedamos unos cuantos niños que venimos a trabajar», dijo con un semblante triste.

Este removedor de sellos de la Penitenciaría de La Victoria, nunca conoció a su padre y madre trabaja desde su casa para criarlo a él y sus otros hermanos.

Jerandy Medrano, de 10 años llega a los perímetros de la cárcel de La Victoria con una mezcla en una botellita plástica y una toallita listo para comenzar a trabajar.
Jerandy Medrano, de 10 años llega a los perímetros de la cárcel de La Victoria con una mezcla en una botellita plástica y una toallita listo para comenzar a trabajar.

En la actualidad Emmanuel Sena cursa el segundo de secundaria, en un Centro Educativo Fe y Alegría en la comunidad de Mata Mamón, en horario vespertino, Porque durante la mañana trabaja en una panadería en Sabana Perdida, donde gana un salario de RD$200 diarios, para poder continuar ayudando a su madre.

Historia de Jenrry Abreu

Momento en que un niño remueve los sellos del brazo de un hombre que sale de la cárcel de La Victoria

Junto a la historia de Emmanuel Sena hay decenas de historias de vida que dejan en manifiesto la condición socioeconómica de decenas de familias del Distrito Municipal de La Victoria.

Otro caso similar pero un poco más triste es la historia de Jenrry Abreu de 12 años de edad, quien también es un removedor de sellos en las afueras del penal de La Victoria; pero este jovencito no viene a las inmediaciones del reclusorio tan solo a ganarse algunos pesos, sino con la esperanza de ver a su padre quien tiene varios meses preso, acusado de robarle unos conejos y una bocinas a un fiscal, aseguró el menor.

Abreu vive con su abuela tras el abandono de su madre y el arresto de su padre él y sus hermanos tuvieron que quedarse con su abuela paterna y de allí en la comunidad “La Caña” de La Victoria, donde viene junto a su vecino Emmanuel a trabajar bajo sol o lluvia.

Conversación

En una conversación entre dos  de los tantos niños que trabajan en este lugar, periodistas de elCaribe escuchan a Jenrry  preguntar a Emmanuel ¡hey!, ¿Cuántos cuadernos tú llevas?

Emanuel- ya he comprado tres, mi hermana me compró mi uniforme, solo me faltan los otros cuadernos.

Jenrry- que bueno, yo también llevo tres ahora estoy tratando de conseguir lo de mí uniforme.

La conversación es interrumpida al ver unos hombres que vienen saliendo y corren a abordarlos.

La conversación que se originó a pocos días de haber iniciado el año escolar 2023-2024, es interrumpida al ver unos hombres que vienen saliendo y ellos corren a abordarlos.

Estos adolescentes no solo remueven sellos, sino que también realizan mandados a todos los que los soliciten, aún a los mismos guardias, por algunas propinas.

Jenrry de 12 años realiza el servicio de cargar sacos, fundas bultos y más a las personas de la zona por unas cuantas propinas
Jenrry de 12 años realiza el servicio de cargar sacos, fundas, bultos y más a las personas de la zona por unas cuantas monedas.

Otra adolecente que sueña con terminar sus estudios para convertirse en abogada y así poder ayudar a su madre a salir de la pobreza es Alexandra, quien trabaja junto a su mamá de 7:00 AM  a 5:00 PM, todos los sábados, vendiendo frituras en las afueras de la cárcel.

Adolecente vendiendo frituras fueras de la cárcel de La Victoria
Adolecente vendiendo frituras fuera de la cárcel de La Victoria

Estas son las historias de algunos de los niños que cada día de visita en cárcel de La Victoria, se dan cita en este lugar para intentar ganarse “un par de pesos”, para poder sus tentarse.

Estudio realizado por World Vision-República Dominicana 

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Un estudio hecho por la organización World Vision-República Dominicana reveló que el 36% de los niños, niñas y adolescentes del país son impactados por trabajo infantil.

La organización en su más reciente estudio pone en evidencia, a través de cifras la realidad de la niñez dominicana. Explicando que el 15 %  de niños entre 12-15 años sale de sus hogares a trabajar porque tiene que ayudar con los gastos; el 10 % porque necesita que cubrir todos sus gastos; y el 6 % porque sus padres perdieron su empleo o fuente de ingresos durante la pandemia.

Estas estadísticas fueron arrojadas en la Encuesta de Bienestar Infanto-Juvenil durante la pandemia, que incluyó a 17 municipios de las provincias Montecristi, Dajabón, Independencia, Bahoruco, San Cristóbal, El Seibo y Santo Domingo.

 A esta situación neurálgica se suma que, el aumento de la pobreza, como efecto del impacto de la pandemia del COVID-19, entre otros factores, ha obligado a los niños, niñas y adolescentes más vulnerables del país a trabajar para subsistir, y desertar de la escuela.

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