La participación social y misionera del joven y su realidad social, fueron las conclusiones del II Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, que busca dar respuesta a los problemas sociales actuales.Durante el congreso, que se realizó del 12 al 14 de este mes en el municipio de Higüey, los responsables de la Pastoral Juvenil, que incluye sacerdotes, religiosas y jóvenes delegados, reflexionaron sobre la manera en que son bombardeados los jóvenes “por la mala distribución de las riquezas, las pocas oportunidades de empleo que abren brechas que alimentan la agitación y descomposición entre los jóvenes”.
Sobre el tema de “la realidad social del joven en el país” observaron que la corrupción imperante es un incentivo para que el joven no se interese en el ejercicio de la política, ya que la misma corroe la confianza pública ante la democracia. Sin embargo, indicaron que cerrar los ojos ante estas realidades sería un error.
“No obstante, dentro de la tormenta ha surgido la confianza, y con ímpetu abrumador, muchos jóvenes proclaman con sus vidas que podemos cambiar. Los movimientos emergentes que han surgido en nuestro país recientemente nos dejan claro que no todo está perdido, ya que estos movimientos han sido iniciados por los jóvenes”, sostuvieron.
Las conclusiones fueron presentadas este domingo en la clausura del congreso con una eucaristía presidida por monseñor Gregorio Nicanor Peña, obispo de Higüey y presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), y el padre Miguel Ángel Amarante, vicario general de la Pastoral Juvenil y Adolescencia.
Ante esta problemática, la Pastoral Juvenil, a través del II Congreso Nacional, dejó claro y de manera contundente que aún la Iglesia sigue creyendo en los jóvenes porque ellos no son el futuro, sino el presente de la Iglesia y de la sociedad”.
Como discípulo misionero para dar respuesta a esos problemas sociales, recordaron que uno de los inconvenientes que presentan los jóvenes es el no tener coherencia de vida.
