Desde la época de Trujillo hasta hoy, surgieron más de 20 proyectos que prometían el rescate del Ozama e Isabela

Cada descarga de agua contaminada es un golpe mortal. Las corrientes de desechos lo han debilitado y languidece. Los intentos por reanimarlo alargan un poco más su vida, pero las continuas agresiones que sufre condenan al río Ozama a una muerte lenta. En cambio, aun en estado crítico, el Ozama se constituye en la principal fuente de abastecimiento de agua potable para los habitantes del Gran Santo Domingo. Sin embargo, paradójicamente, también es considerado como el mayor foco de contaminación de este litoral.

Para su rescate, en las últimas cuatro décadas, gobiernos destinaron millones de pesos, emitieron más de una decena de decretos, echaron a andar unos 20 proyectos, se crearon comisiones, fundaciones e incluso, un gabinete.

Esto, a modo de contrarrestar un diagnóstico que ya para la década del 70 era motivo de preocupación. Literaturas consultadas enumeran varias causas que dieron origen al daño progresivo del río. Los asentamientos informales y la permisibilidad de las autoridades, sumado a la falta de planificación urbana ocasionaron un cáncer que fue empeorando con el establecimiento de industrias en la cuenca. A la vista de todos, en las márgenes del río se formaron cordones de miseria. Familias de escasos recursos encontraron a orillas del Ozama un lugar para vivir, pero sin proponérselo se convirtieron en una amenaza para esta importante fuente, que de vez en cuando les responde con crecidas.

Las primeras intervenciones para liberarlo de la amenaza que representan los asentamientos improvisados en toda su cuenca datan de la época de la tiranía.

En 1959, Rafael Leónidas Trujillo encomendó al Ayuntamiento del Distrito Nacional la reubicación de los habitantes de los barrios Los Guandules, Guachupita y La Ciénaga, quienes fueron trasladados a Los Mina, en la parte oriental de la capital. Tras la muerte del tirano, no pasó mucho tiempo para que estos terrenos volvieran a poblarse.

Surge otro intento. En los años 1968-1978, el entonces presidente Joaquín Balaguer desarrolló el proyecto habitacional Las Caobas para ubicar a familias de La Ciénaga y La Zurza que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad en la ribera del Ozama. La iniciativa no fue del todo exitosa. Con el tiempo, muchos de los beneficiados vendieron sus propiedades y regresaron a la zona.

Paralelo con este crecimiento desordenado, a la cuenca del Ozama se añadieron industrias de distintas naturalezas, que contribuyeron con sus descargas residuales no tratadas a la degradación de este importante recurso hídrico. Se estima que alrededor de 54 cañadas y 241 empresas vierten sus residuos directamente en el Ozama y en el Isabela, su principal afluente.

Para los 90, los signos vitales del Ozama reflejaban lesiones considerables en su interior. La situación se salió de las manos de las autoridades. Una vez más el mandatario Joaquín Balaguer intervino, pero en esta ocasión con tinta y papel. Mediante el decreto 183-93, ordenó la creación en la ciudad de Santo Domingo de un Cinturón Verde, coordinado por la Comisión Nacional de Asuntos Urbanos.

“El Estado Dominicano tendrá el control de las áreas que forman este Cinturón Verde, las cuales quedan definidas”, reza el documento cuyos límites abarcan la franja del Ozama y sus afluentes.

En el informe básico sobre los puntos críticos en la cuenca media y baja del río Ozama e Isabela, al hacer referencia a este hecho explica lo siguiente: “a pesar de la intención acertada de esta acción, al ser declaradas estas tierras de utilidad pública por el Estado se crea un conflicto de legalidad que continúa hasta hoy (2013). Previo al decreto muchas de esas estaban parceladas y edificadas con títulos de propiedad que el Estado nunca saldó a sus propietarios, pero que sin embargo sí les reconoció el valor de las mejoras o edificaciones realizadas sobre los mismos, pero pasando a ser ocupaciones ilegales. Este decreto dio pie a un proyecto que se proponía ser más integral que el anterior. Lo llamaron Plan de Acción Coordinada Interinstitucional para la Reestructuración Socio-Económica, Urbana y Ecológica de los Barrios Marginados que bordean los Ríos Ozama e Isabela en la Ciudad de Santo Domingo (RESURE)”.
Aunque el plan fue concebido en el mandato de Joaquín Balaguer, su implementación inicia en 1997, en la gestión de Leonel Fernández

La intervención contemplaba la reubicación hacia San Luis de unas tres mil familias ubicadas en la zona de riesgo de La Zurza, La Ciénaga y Los Guandules. El modelo integral urbanístico, incluía el mejoramiento de las viviendas, levantar escuelas, centros médicos y comerciales y la construcción de una avenida en la ribera occidental.

En ese entonces su inversión se estimó en RD$5,000 millones. Contemplaba una zona franca al lado del dique, transporte fluvial y titulación de la tierra.

Era un proyecto ambicioso a desarrollarse por etapas. Pero de lo que se plasmó en papel no se materializó ni la mitad.

De este proyecto, quedó la remodelación parcial de la Cañada de Bonavides, la construcción de la escuela Clarín, en La Ciénaga, el proyecto habitacional de la Explanada de La Zurza y algunas secciones inconexas e incompletas de una vía perimetral.

En tanto, en el seno de organizaciones comunitarias se redactaba un documento que apuntó al desarrollo integral de los barrios La Ciénaga y Los Guandules, bajo el nombre Plan Cigua, un proyecto urbanístico diseñado por Ciudad Alternativa entre 1998 y 2004. Sin embargo, muchas de estas propuestas fueron engavetadas.

El 8 de septiembre de 2012, el entonces presidente Danilo Medina estrena el programa “Visitas Sorpresa” con su aparición en La Barquita, Santo Domingo Este. Allí prometió una solución definitiva para el drama de más de mil familias que vivían en la penuria y el olvido a orillas del Ozama.

Poco después, el Poder Ejecutivo emite el decreto 16-13, que declara de alta prioridad la readecuación de los asentamientos humanos en la barriada La Barquita en los sectores de Sabana Perdida y Los Minas. Asimismo, creó la Comisión para la Readecuación de “La Barquita” y su unidad ejecutora para la supervisión e implementación del proyecto que denominó “La Nueva Barquita”.

Con esta intervención, se logró sacar del riesgo a las inundaciones y la exclusión social a más de 5,500 moradores de esta barriada para quienes se construyó un complejo urbano modelo en la Jabilla de Santo Domingo Norte.

El proyecto contempló la construcción de 1,766 unidades de viviendas, 108 locales comerciales, equipamientos comunitarios diversos, espacios públicos, así como redes urbanas de abastecimiento y conducción de aguas residuales, electricidad y telecomunicaciones.

Esta iniciativa también buscaba la integración al Cinturón Verde de Santo Domingo más de 30 H.A. de superficie correspondiente a la zona no urbanizable del ámbito del proyecto y con ello, el arrancar con el saneamiento del río Ozama.

El presupuesto estimado para la realización de este gran proyecto fue de 2,500 millones de pesos dominicanos.

Para llevar a cabo esta obra de gran impacto social y ambiental se llevaron a cabo estudios, levantamientos y se revisaron viejos planes.

El Informe Básico sobre Puntos Críticos y Problemática de la Contaminación en las Cuencas Media y Baja del Río Ozama e Isabela en el Gran Santo Domingo sostiene que la recogida ineficiente de aguas servidas y el arrastre de aguas pluviales figuran entre las causas de la polución del río Ozama y su afluente Isabela.
Dada esta realidad, en la gestión de Danilo Medina se desempolva el olvidado Plan Maestro de Alcantarillado Sanitario, actualizado en 2011. El informe diagnóstico, elaborado por Hazan and Sawyer Consultores, reveló que sólo un 5% de las aguas recolectadas en el sistema son tratadas antes de ser descargadas en los ríos. Hoy día la cantidad de agua tratada por los sistemas de tratamiento de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo equivale a un 8 por ciento, informó la institución.

Dicho informe precisa que las aguas residuales de Santo Domingo tienen tres disposiciones finales; un 15% de las aguas residuales se descarga en ríos, un 70% es descargada a las aguas subterráneas y el 15% restante va directamente al mar.

El plan proponía soluciones integrales viables para la propia colección, tratamiento y disposición final de las aguas residuales. A la vez perseguía la recuperación de los ríos Haina, Isabela, Ozama y del litoral de Santo Domingo

Estas y otras soluciones contenidas en el documento no lograron salir del papel.

El gobierno de entonces apostó a la construcción de la Estación Depuradora de Aguas Residuales Mirador Norte/La Zurza. La planta se concibió con el objetivo de depurar las aguas residuales e industriales de los sectores en la margen norte del Distrito Nacional y, en una segunda etapa, a Santo Domingo Norte. Y con ello, contribuir con la recuperación y saneamiento de los ríos Ozama e Isabela. Actualmente, la obra, inaugurada en julio de 2020, opera al 10 % de su capacidad. En tanto, la lista de comisiones que apuntaban al rescate de esta cuenca crecía. En julio de 2014 se emite el decreto No. 260-14, que declara de alta prioridad nacional la rehabilitación, saneamiento, preservación y uso sostenible de la cuenca alta, media y baja de los ríos Ozama e Isabela, así como el desarrollo integral de los asentamientos humanos circundantes. Igualmente, crea la Comisión Presidencial para la Rehabilitación, Saneamiento, Preservación y Uso Sostenible de la Cuenca del Ozama e Isabela. En la gestión que preside Luis Abinader la misma fue elevada a Gabinete, conservando todas sus atribuciones, mediante el decreto 360-21.

Otra medida importante, con carácter de resolución, fue implementada en el 2016, por el entonces ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Francisco Domínguez Brito. Se trató de la prohibición del desguace de barcos en los ríos Ozama e Isabela. Para el 2017, autoridades anunciaron el retiro de 23 embarcaciones.

Actualmente, organizaciones barriales y ambientalistas encabezan reclamos para el retiro de las barcazas de generación eléctrica ubicadas sobre el río Ozama propiedad de la empresa Seaboard Transcontinental, por considerarlas una amenaza contra los ecosistemas y un peligro para la salud de la gente del entorno.

Interceptor 004

En agosto 2020, llega a la República Dominicana el Interceptor 004, que prometía aportar a la recuperación de los ríos Ozama e Isabela, fruto de un acuerdo firmado en Países Bajos entre el Ministerio de la Presidencia, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y The OceanCleanup. El Interceptor 004 es una embarcación donada por la organización The Ocean Cleanup. El sistema está diseñado para extraer más de 100 mil libras de plásticos al día. Pero pocas veces se ve en operación.

Gobiernos apuestan al “Nuevo Domingo Savio”

En la gestión que encabezó Danilo Medina nació y dio sus primeros pasos el proyecto “Domingo Savio”, con el traslado de unas 1,727 familias de los sectores La Ciénaga y Los Guandules que se encontraban en condición vulnerable en la franja de riesgo del Ozama. La intervención retomada por el presidente Luis Abinader tiene como meta el saneamiento del río Ozama y dignificar la vida y el hábitat de más de 40 mil personas del entorno.

El diciembre de 2021, el mandatario dejó en funcionamiento el primer tramo de la Avenida Paseo del Río en el proyecto Nuevo Domingo Savio con una inversión inicial programada por el estado de unos 1600 millones de pesos, recursos que fueron utilizados tanto para la construcción del proyecto como para el pago de la indemnización a las 1,727 familias trasladadas.

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