¿Sabías que no en todos los países se llaman palomitas? Así se dice en América Latina

El término “palomitas” varía en cada país de América Latina, y en redes sociales esta curiosidad se ha convertido en tendencia

Santo Domingo – En República Dominicana las llamamos ‘palomitas’, pero ¿cómo se les dice en otros países latinos? Esta simple pero intrigante pregunta ha generado una oleada de respuestas en las redes sociales, donde miles de usuarios han compartido cómo se conoce este popular snack en sus países.

Aunque todos se refieren al mismo alimento maíz que explota al calentarse, el castellano demuestra su riqueza con una gran variedad de términos regionales.

Un mismo alimento, muchos nombres

En República Dominicana se utiliza el término palomitas de maíz o Cocalecas, aunque muchas veces se omite lo de “maíz” por obvio. Sin embargo, en otras naciones de habla hispana la historia es diferente:

  • España: se les conoce como palomitas de maíz, casi igual que en la República Dominicana.
  • Guatemala: se les llama poporopos, una palabra onomatopéyica que imita el sonido del maíz al estallar.
  • Paraguay y Uruguay: allí reciben el nombre de pororó, muy similar al término guatemalteco.
  • Perú: son conocidas como canchitas.
  • Ecuador: se les dice canguil.
  • Argentina: el término común es pochoclo, mientras que en Bolivia también se oye pipoca.
  • Chile: se conocen como cabritas, aunque no tienen nada que ver con los animales.
  • México y Colombia: las llaman crispetas, aunque en México también se usa palomitas.
  • Venezuela: son famosas como cotufas.
  • Cuba y Puerto Rico: se refieren a ellas como rosetas de maíz.

Cada país tiene su propio término, y esto refleja la riqueza lingüística del mundo hispano.

Más que un simple acompañante de cine

A pesar de las diferencias lingüísticas, hay algo que une a todas estas versiones: el amor por este crujiente y delicioso bocadillo. Las palomitas han sido parte de la experiencia cinematográfica desde hace casi un siglo. Fueron introducidas en los cines en 1931 por Julia Braden, quien las comenzó a vender en Kansas City, marcando el inicio de una tradición que se mantiene hasta hoy.

Hoy en día, es difícil imaginar una tarde de películas sin un tazón de palomitas al alcance de la mano. Su textura ligera y su capacidad para adoptar distintos sabores las ha convertido en un clásico indiscutible.

Origen

Las palomitas de maíz no son un invento moderno. De hecho, su historia se remonta a las culturas precolombinas, como los aztecas e incas, que ya conocían el maíz y lo utilizaban en rituales y ceremonias. Además de alimento, el maíz explotado se usaba para adornos y como símbolo de fertilidad.

Esto confirma que las palomitas no solo forman parte de la cultura pop contemporánea, sino que tienen raíces profundas en la historia americana.

Aunque parezca mágico, el estallido del maíz tiene una explicación científica. Cada grano contiene almidón y una pequeña cantidad de agua, cubierta por una cáscara resistente. Cuando se calienta, el agua se convierte en vapor, la presión aumenta y finalmente el grano explota. Este fenómeno ocurre alrededor de los 175 °C. No todos los granos revientan porque algunos carecen de suficiente humedad.

Este proceso natural convierte un simple grano en una esponjosa delicia.

¿Un snack saludable?

Aunque suelen asociarse con la mantequilla y la sal, las palomitas de maíz en su versión natural son una excelente fuente de fibra, antioxidantes y vitaminas del grupo B y E. También son libres de gluten, lo que las hace aptas para personas con intolerancias alimenticias. El secreto está en evitar los excesos de aditivos, como azúcares, grasas saturadas o colorantes.

Consumidas con moderación, las palomitas pueden ser parte de una dieta equilibrada.

En muchos países, las palomitas ya no se limitan a lo salado o al caramelo. Hay versiones con queso, barbacoa, curry, chocolate e incluso picantes. En algunos hogares, se preparan de forma artesanal, en ollas con tapa o en máquinas específicas. Otros prefieren las versiones listas para microondas o las bolsas ya preparadas.

Esta versatilidad es parte de lo que las hace tan populares en todo el mundo.

La discusión viral sobre cómo se llama este snack en los distintos países hispanohablantes ha despertado no solo curiosidad, sino también orgullo cultural. Cada término usado es una pequeña ventana al alma lingüística de un país, una muestra de cómo una misma cosa puede tener múltiples identidades según la región.

Así que la próxima vez que alguien diga palomitas, pochoclo o cotufas, ya sabrás de qué está hablando… y, quizás, también te dé antojo.

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