Nueva York, 28 abr (EFE).- La pandemia del COVID-19 tiende a amplificar la polarización política donde ya existía en lugar de contribuir a limar diferencias por el bien común, según un último informe de la fundación Carnegie, que ha estudiado la situación en diez país, desde Chile hasta Kenia, pasando por Brasil, Indonesia y Estados Unidos.

«En la mayoría de los casos, la pandemia ha amplificado los ya de por sí peligrosos efectos de la polarización, con serias consecuencias para la salud pública, la gobernanza democrática y la cohesión social», dice este centro de estudios.

El informe se ha centrado, principalmente, en países donde ya existía una polarización política y social antes del brote de la pandemia, como India, Polonia, Sri Lanka, Tailandia, Turquía y Estados Unidos, aunque también ha observado la evolución en otros Estados como Kenia, donde estas discrepancias estaban en plena evolución, o como en Chile y Brasil, donde estaban en un momento incipiente.

Los expertos de la Carnegie aseguran que aunque la crisis global ha creado «algunos espacios de oportunidad para que los actores políticos y sociales levanten puentes sobre las divisiones existentes, en general, el panorama es problemático».

Así, sostiene que mientras en algunos países la llegada del virus ha rebajado la tensión y en otros ha aumentado los problemas dentro del propio Gobierno, en lugar de entre las partes enfrentadas, en otros ha reforzado «la espiral viciosa de polarización y la crisis democrática».

La fundación pone a Chile precisamente como ejemplo de los pocos países donde el coronavirus «ha interrumpido la polarización y ha rebajado las divisiones en la esfera política», aunque se hayan mantenido las tensiones sociales.

El brote «ha dado, inesperadamente, un respiro a una sociedad intranquila al aliviar la presión de las constantes protestas y ha proporcionado al Gobierno una valiosa oportunidad para recuperar la confianza de la población», sostiene el analista Andreas Feldmann.

Más allá del caso de Chile, y las excepciones de Kenia, India y Tailandia, donde, según la fundación Carnegie la pandemia «ha interrumpido la división binaria existente en el corazón de la polarización, aunque las semillas de futuros conflictos siguen presentes», en los otros seis países estudiados el coronavirus ha exacerbado la situación.

Se trata de Brasil, Indonesia, Polonia, Sri Lanka, Turquía y Estados Unidos, donde «el liderazgo político divisivo es el factor principal que intensifica la polarización».

«Los líderes nacionales no han respondido a la pandemia intentando superar las divisiones de largo recorrido, sino más bien duplicando su uso en la polarización como una estrategia central de gobernanza», dice el centro.

Sobre Estados Unidos, el analista Thomas Carothers ha destacado cómo a su entender el presidente Donald Trump «ha creado su narrativa sobre el coronavirus en torno a sus objetivos partidista favoritos», desde los medios de comunicación hasta China, pasando por los expertos y los científicos.

«Su liderazgo divisivo ha ampliado la división partidista entre los norteamericanos de a pie en términos de cómo ven la crisis y cómo el Gobierno responde a ella», dice el informe.

A pesar del obscuro panorama, este think tank asegura que «no es demasiado tarde para que las élites políticas y los actores de la sociedad civil de todo el mundo encuentren oportunidades en la crisis para reducir las divisiones y romper con los viejos patrones de partidismo». EFE

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