El planteamiento avanzó con el apoyo del presidente Abinader y se impuso en la integración de varios órganos

El discurso antipartidos políticos ha avanzado mucho en el país y se ha arraigado debido a que ha sido el presidente de la República, Luis Abinader, el que ha llevado la voz cantante y ha logrado un fuerte apoyo en grupos de la sociedad civil y periodistas. Esa realidad no le ha dejado otro camino a gran parte de la clase política que sumarse a esa ola, aunque lo ha hecho a regañadientes y el malestar con esa tendencia se ha hecho sentir.

Una vez asumió las riendas del poder, Abinader puso en marcha ese enfoque para la conformación de órganos como el Ministerio Público, la Junta Central Electoral (JCE), la Cámara de Cuentas y el último fue el Defensor del Pueblo. El presidente no se ha quedado ahí, ha prometido que desde que lo considere oportuno someterá una reforma constitucional para garantizar que los dirigentes políticos no ocupen esos puestos. Habría que ver cuál es la fórmula que presentará el gobernante para que esos funcionarios resulten electos sin la intervención del poder político. El tema ha generado debate en círculos de partidos y no partidistas. Y la pregunta siempre es la misma ¿independiente de quién?

La postura del Presidente ha encontrado un apoyo militante en grupos de la sociedad civil y periodistas de diversos medios de comunicación que acusan a la clase política de asumir ciertos cargos para cometer actos de corrupción en la Administración pública y luego taparlos. Sin embargo, la propia independencia de algunos de esos periodistas podría estar cuestionada porque apoyaron públicamente al Partido Revolucionario Moderno (PRM) en las pasadas elecciones y ahora que llegó al poder algunos ocupan cargos públicos y otros apoyan las iniciativas del gobierno y tienen un discurso crítico y de rechazo hacia los partidos políticos de oposición.

Otra preocupación es la posibilidad de que ante el descrédito de la dirigencia de los partidos políticos un discurso populista de izquierda, derecha o independiente, logre seducir a los electores como ha ocurrido en países como Brasil y más recientemente en Perú y Chile. Lo cierto es que los populistas que llegan al poder dejan experiencias negativas aún se trate del país más poderoso del mundo como Estados Unidos, que tuvo la experiencia con Donald Trump.

Los politólogos Nelson Espinal Báez y Engels Villanueva, así como el sociólogo Cándido Mercedes ofrecen su perspectiva sobre esta realidad y los peligros que podría encerrar.

Espinal Báez sostiene que la sociedad tiene una aspiración legítima de transparencia, legalidad, imparcialidad, imperio de la ley y de la majestad de la institucionalidad democrática.

“Eso en este momento es posible que nos lleve a extremos y de ese extremo nos lleve a considerar que todo el que está en política no puede estar en un órgano regulador o de altas cortes porque lo consideramos parcializado y ese es el extremo de un lado; aquí lo que se necesita es fortalecer las instituciones, no los moralismos políticos, y ese es el peligro que nos conduce a revoluciones morales y las revoluciones morales suelen satanizar todos aquellos individuos que no son parte de tu parcela”, argumentó. Calificó como una alergia en la sociedad el rechazar todo al que huele a partidos políticos. “Eso no es sostenible en el tiempo y es absurdo pensar que porque Nelson Espinal no está en un partido es la imparcialidad reinante”, expresó. Sin embargo, dijo que es necesario que los partidos hagan una especie de profilaxis en sus filas y que las opciones de candidaturas que ofrezcan al electorado sean mejores de lo que han tenido hasta ahora, porque de lo contrario, corren el riesgo de generar aún mayor desafección.

El analista sostuvo que a pesar de lo que ocurre no ve cercana la posibilidad de que un discurso populista se pueda “colar” ahora, al considerar que el liderazgo político que tiene el país actualmente lo hace con responsabilidad.

Villanueva sostiene que la apuesta debe ser a fortalecer las instituciones, no que las instituciones dependan de personas para generar credibilidad. “La prioridad debe ser no instalar un discurso antipartidos como la panacea, cuando la persecución de la corrupción y el respeto a la institucionalidad son aspectos que tienen el más amplio sentido político, de hecho, es nuestra mayor exigencia a los políticos”, dijo.
Puso como ejemplo el caso de los Estados Unidos donde el presidente puede postular candidatos a la Corte Suprema y es un país con historia de fortaleza institucional.

“La fortaleza institucional no habrá de depender únicamente de que tengamos a preferidos al cargo de estas instituciones, la fortaleza institucional no debe de responder a personas, sino al respeto de las reglas del juego, del diseño institucional”, sosutvo.

Indica que esto ha sido lo que ha explicado el alto nivel de desarrollo en determinados países como Estados Unidos, Canadá y naciones de Europa. “Lo aquí se nota es que aún personificamos mucho a las instituciones. La agenda debe de ser el respeto a la institucionalidad democrática, que obviamente implica seleccionar a actores con alto compromiso”, subrayó el también catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Dice falla de partidos ha afectado la democracia

El sociólogo Cándido Mercedes sostiene que el papel de los partidos es el de servir de canal a la ciudadanía y que cuando fallan buscan otras alternativas. “Cuando ellos no responden a sus anhelos, deseos y necesidades, la gente tiende a buscar alternativas por el vacío en que se encuentran y donde se producen los vacíos alguien tiene que llenarlos”, dijo. Sostuvo que el apoyo a la democracia ha bajado en los últimos 15 años y que eso afecta la calidad de la democracia. Mercedes dijo que cuando eso ocurre hay otros actores que están representando lo que algunavez pudieron hacer los partidos. “Es el caso de los movimientos sociales, como antorcha de cambio, también, algunas organizaciones de la sociedad civil, que pueden transformarse”, subrayó. El catedrático consideró que es importante ir a la génesis que produjo la ruptura de los partidos con la sociedad, pero que no debe enfocarse desde un discurso antipartidos. Reconoció que en el país hay una erosión del sistema de partidos políticos, pero no un resquebrajamiento de esas organizaciones, como sí ha ocurrido en otros países, porque aquí siguen siendo fuertes.

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