Margarita Valerio de Mallol narra calvario vivido durante el cautiverio

A 43 años del secuestro de la embajada dominicana en Colombia, en la memoria de Margarita Valerio de Mallol, aún retumban los momentos vividos, las vejaciones y torturas a las que fue sometida junto a su esposo, el entonces embajador en la nación suramericana y otros 15 diplomáticos.

Y es que nunca pensó que aquellos siete jóvenes que con frecuencia acudían a practicar el fútbol en el patio de la embajada dominicana en Bogotá, fueran los integrantes de un comando revolucionario armado del entonces grupo guerrillero M-19, que aquel 27 de febrero de 1980 encabezó el plan de mantener en cautiverio a los embajadores y personal que asistió para celebrar la fiesta de independencia de la República Dominicana.

Valerio de Mallol todavía conserva el papel enviado por su esposo, el embajador dominicano en Colombia, el médico Diógenes Bartolomé Antonio Mallol Burgos durante los 61 días que permaneció secuestrado y en el que pedía que si lo mataban, sus restos fueran velados en suelo dominicano por sus amigos y seres queridos y en su tierra natal. Margarita permaneció dos días y medio en cautiverio por el comando armado.

“Si muero aquí, quiero que me lleven a mi país, y que mis amigos y mis hijos derramen sus lágrimas en mi tumba”, expresaba la misiva del doctor Mallol Burgos.

Durante una entrevista concedida a elCaribe, Margarita Valerio de Mallol relata sus vivencias, las humillaciones a las que fue sometida y hasta en el momento en que le arrebató una bomba de gas a la comandante número tres. Cree que en la obra “Noticia de un Secuestro”, del premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez y de los medios de la época, apenas mencionaron el nombre de su esposo.

Recuerda como si se tratara de la actualidad, cómo en la llamada “Operación Libertad y Democracia”, el grupo armado se hizo pasar por jugadores de fútbol, y en bultos metían las armas que utilizarían para el secuestro.

Mientras que el comandante número uno, Rosemberg Pabón Pabón y Carmenza Cardona Londoño, (Chiquita), la número dos, llegaron bien vestidos a la fiesta de la embajada dominicana, sin que fueran invitados.

Para la fecha, el embajador Mallol Burgos y doña Margarita tenían ya tres de sus cuatro hijos y apenas meses de instalados.

Gracias a que una semana antes los habían mandado a la República Dominicano, no tuvieron que vivir el cautiverio. La embajada dominicana estaba ubicada en la carrera 30 con calle 46. El secuestro se produjo durante el mandato gubernamental de Julio César Turbay Ayala. Aunque nunca hubo una disculpa, espera que el nuevo embajador de Colombia, Darío Villamizar Herrera, lo haga.

Margarita junto a una de sus hijas recuerda torturas.

Vivencias y desertores

Entre las cosas que más recuerda fueron los maltratos al embajador de los Estados Unidos en Colombia, Diego Cortés Asencio, así como de otros diplomáticos, incluido su esposo, quien en un momento fue dejado sin medicamentos. Desde obligarlos a los quehaceres, hasta golpearlos, eran parte de los maltratos. Valerio de Mallol cuenta que en un momento de tiroteo de los siete guerrilleros con los militares, logró sacar arrastrando a su esposo hasta el baño e impidió que los mataran.

“Durante una acción de la guerrillera número tres, ésta quiso lanzar gases al grupo donde yo estaba y le agarré las manos para que no lo hiciera. Le advertía que si tenía hijos no cometiera estos vejámenes contra madres. Ella se detuvo. Luego la comandante número dos, que supuse era médico, me llevó al baño y en represalia me obligó a que le restregara la espalda y me mostró una cicatriz dejada por el cáncer. Me decía que eso no la mataría, sino una bala”, apunta.

Por su bravura, los secuestrados calificaron a doña Margarita Valerio de Mallol como “una verraca”, término utilizado por los colombianos.

Narra que en un momento en que mataron a uno de los guerrilleros e hirieron a otro, en un enfrentamiento con los militares enviados por el gobierno, los guerrilleros pasaron de ser personas educadas y con cierta amabilidad a torturar a los secuestrados. Desde sólo darles agua, torturas psicológicas, y golpes fueron vividas por el embajador de los Estados Unidos y otros diplomáticos.

Cuenta cómo en un momento, el entonces embajador de Uruguay usó como estratagema aliarse con los secuestradores e informar que en la embajada había un pasadizo secreto, lo que llevó a que los guerrilleros maltrataran a su esposo el doctor Mallol Burgos, para que les dijera del lugar. Sin embargo, cree que se trató de una estratagema del diplomático uruguayo para despistar, pues luego improvisó con sábanas desde uno de los pisos de la casa y pudo escapar.

Valerio de Mallol indica que en medio de las negociaciones, que involucraron a la Cruz Roja Internacional y en las que también estuvo el nuncio de su santidad, los secuestrados vivieron momentos de tensión por la muerte de un guerrillero y que el grupo armado reclamaba que fuera sacado y enterrado con dignidad.
Para la fecha del secuestro, Margarita Valerio de Mallol contaba con 35 años de edad. Hoy cumple 78 años.

Durante la Operación Libertad y Democracia, la acción armada del grupo guerrillero colombiano Movimiento 19 de abril (M19), al que en su momento perteneció el actual presidente Gustavo Petro, logró tomar como rehén a Diego Cortés Asencio, embajador estadounidense.

Cortés Asencio era español nacionalizado estadounidense que ocupó cargos diplomáticos. otros rehenes fueron Ángelo Acerbi, nuncio apostólico; Virgilio Lovera, de Venezuela; Ricardo Galán, de México; Fernando Gómez Fyns, de Uruguay; Eliahu Barak, de Israel y María Elena Chassoul, de Costa Rica.

También estuvieron en calidad de secuestrados Geraldo Do Nascimento, embajador de Brasil; Edgar Seltzer, de Austria, Salah Alouba, de Egipto; Jean Bourgeois, de Suiza; Aquiles Pinto, embajador Guatemala, así como Pierre Henry Louis, de Haití.

Secuestro
El grupo pedía como recompensa 50 millones de dólares y la liberación de 311 de los militantes del M-19 que estaban detenidos en cárceles colombianas. Se dijo que en cambio recibieron cinco millones de dólares recaudados por la colonia judía en Colombia.

Rescate
Después de 52 días de negociaciones y 61 días de haberse iniciado la toma, el comando y los representantes del gobierno acordaron que dejarían ir al comandante y a los guerrilleros junto con los secuestrados a Cuba el 25 de abril de 1980. Los rehenes fueron liberados en la nación caribeña.

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