El 19 de marzo de 1844

El 19 de marzo de 1844, culminó con brillante victoria el bautismo de fuego contra la ocupación haitiana que los sureños condicionaron con su acoso al poderoso ejército haitiano que procuraba avasallar al separatista Este. Los sureños fueron…

El 19 de marzo de 1844, culminó con brillante victoria el bautismo de fuego contra la ocupación haitiana que los sureños condicionaron con su acoso al poderoso ejército haitiano que procuraba avasallar al separatista Este. Los sureños fueron testigos de los horrores de la guerra genocida entre esclavistas, esclavos, cimarrones y mulatos. Ese cuerpo de voluntarios patriotas, casi desarmado, mantuvo vigilia permanente, ejecutando emboscadas, haciendo sustracciones nocturnas de pertrechos, armamentos, alimentos y agua, para retrasar el avance haitiano que procuraba retener para Haití la totalidad del territorio isleño,  mas, con heroico desempeño, los guerrilleros dominicanos lograron afectar la autoconfianza de los generales y soldados haitianos.

Para cuando las tropas invasoras arribaron a Azúa, la posibilidad de un rápido paseo hasta Santo Domingo estaba en dudas, como también habían perdido pertrechos, armamentos ligeros, alimentos, y agua. En Azúa los esperaba una milicia compuesta por quinientos monteros orientales, armados de lanzas y machetes, mujeres azuanas con calderos de agua hirviente y tizones, y hombres de la región, que conjuntamente conformaban una milicia de apenas 3500 almas, que contaba con dos cañones (abandonados por el ejército haitiano durante su retirada de febrero) como armas pesadas. El enfrentamiento produjo un triunfo relámpago para los defensores dominicanos. Luego del triunfo, Santana abandonó la plaza con destino a Baní con el propósito de esperar allí el envío de mejores y más cuantiosos  recursos que en poco tiempo llegarían desde territorios al este de Baní. Mientras en Azúa triunfa la milicia de voluntarios y voluntarias del pueblo llano, en la guerra política librada en Santo Domingo, los triunfadores, los trinitarios, buenos publicistas y actores de teatro, no se dieron cuenta de que sus aliados hateros componían la clase dominante, convencidos de haber asumido la causa del pueblo, que entonces no discernía los significados de las mágicas palabras de soberanía, independencia y respeto a los derechos humanos.

Así, mientras la milicia espera por refuerzos y recursos, los políticos ejecutan un golpe de Estado contra el primer gobierno seudo republicano que ellos ayudaron a conformar, a pocos meses de su instalación. Dos decisiones, suplantar a un guerrero por un idealista –Juan Pablo Duarte_ que previamente había sido nombrado general por un grupúsculo político, pero rechazada rotundamente por la milicia. La segunda decisión de los golpistas fue proclamar a Juan Pablo Duarte como Presidente de la República.

Siento la obligación de decir lo siguiente: JPD no debió haber sido expulsado de su patria.  Debió haber sido juzgado por su acción, junto a quienes lo apoyaron, pues una sentencia judicial nos habría ahorrado cuando menos mucha basura de seudo sabios.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas