El abandono de los adultos mayores

La representación local del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, acompañada por el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente, divulgó el pasado sábado un estudio según el cual el 79% de los adultos mayores, entre 65 y 74 años,…

La representación local del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, acompañada por el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente, divulgó el pasado sábado un estudio según el cual el 79% de los adultos mayores, entre 65 y 74 años, son sometidos a maltratos. El dato sobresaliente es que quienes más los agreden son los parientes directos, hijos e hijas. Ese tipo de tratamiento suele ser físico y verbal.

El estudio puede ser interpretado de diferentes maneras, pero la primera y obligada conclusión a la que se debe llegar es la manifiesta deshumanización creciente de las sociedades, para no hablar sólo de los dominicanos.

Recientemente vimos cómo en China Popular, el Estado está adoptando políticas para obligar a los nietos a atender a sus abuelos, víctimas de abandono.

En el país el abandono o el desentendimiento tampoco son extraños. Padres que nunca jamás saben de algún hijo, aunque no faltaría quienes afirmen que esa sería la excepción.

Pero es muy cierto que son crecientes las conductas irresponsables de hijos frente a sus padres. No los visitan, escasamente los llaman, lo que habría que computar como formas de abandono.

El amor filial es uno de los valores que se inculcaban a los niños en la escuela. Quizás ya en la escuela antigua, y se supone que en la generalidad de las familias sigue siendo un valor importante. 

Probablemente resulta así mientras los progenitores sean quienes prodiguen cariño, pero se entiende, por la más elemental y humana razón, que ese cariño debe ser reciprocado.

Esos seres que nos traen al mundo, que nos alimentan, que nos educan y orientan, ¿cómo pueden ser maltratados? Resulta muy penoso que no sólo sufran el olvido, sino también, atropello de sus propios hijos.

La familia sigue siendo el núcleo más importante de la sociedad, y cuando se  rompe de esa manera, es como para revisarnos. l

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