Aguaceros e improvisación

Los torrenciales aguaceros que en las últimas semanas han caído sobre la región del Cibao, además de recordarle al mundo el humanismo que caracteriza a los dominicanos, debe servirnos de reflexión y darnos una gran lección.He insistido…

Los torrenciales aguaceros que en las últimas semanas han caído sobre la región del Cibao, además de recordarle al mundo el humanismo que caracteriza a los dominicanos, debe servirnos de reflexión y darnos una gran lección.

He insistido en la necesidad de que el Estado sea capaz de deshacer la mala práctica de improvisar, siempre que somos víctimas de algún episodio negativo. Pecaría de injusta al no reconocer el esfuerzo que realiza el Gobierno para aliviar la dificilísima situación de miles de personas en las provincias golpeadas por unos aguaceros que se prolongaron durante semanas.

El presidente Danilo Medina, como de costumbre, abandonó el confort de su oficina, para enlodarse los zapatos y ver sin que nadie le cuente cuál es la realidad que deberá afrontar su gobierno. Pero más allá de estas buenas intenciones, igual de injusta sería si callo el siguiente planteamiento. Cada año, el país sufre los embates de tormentas y otros fenómenos que traen consigo mucha lluvia, fuertes vientos y con ellos crecidas de ríos, arroyos y cañadas, que a su vez producen inundaciones y devastadores deslizamientos de tierra.

Las víctimas nunca cambian: Gente que viven bajo niveles de vida marcada por una pobreza que espanta. Gente desabrigada, sin protección alguna, y que suelen ver con pavor la forma en que sus escasas pertenencias son arrastradas por las aguas o quedan sepultadas bajo tierra.

Entonces se repite la historia de siempre, con el común denominador de que luego de que esa “mano amiga” abandone el escenario dantesco que dejan estas catástrofes, el drama humano seguirá allí, a la espera de una nueva experiencia funesta. Los puentes derrumbados suelen ser los mismos, igual que las carreteras que se hunden parcialmente. Las casuchas tampoco dejarán de ser endebles y presas fáciles de enérgicos vientos y poderosas corrientes de agua. Solo cambiarán las fechas, pero la realidad será igual o peor, según la intensidad de la embestida.

¿Hasta cuándo? No estoy en condiciones de responder esta pregunta, aunque quisiera, porque así llevo un mensaje de aliento a quienes necesitan mucho más que una caja de comida y un colchón de mala calidad para dormir. No hablo de seres galácticos. Son seres humanos, y por demás dominicanos y dominicanas con todo el derecho a vivir dignamente. Urge un “ya basta” de asistencialismo coyunturales.

No tiene sentido profundizar en que el poder de la naturaleza es invencible, y que no hay forma de evitar que sobre el país caigan cientos de milímetros de lluvia. Pero sí podemos trabajar lo que depende de nuestra voluntad, que es sustituir la improvisación por la articulación de planes de acción concretos y medibles en el tiempo.La Nueva Barquita es el mejor ejemplo de que podemos volvernos proactivos, antes de que la desgracia nos vuelva a visitar. 

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