Creo al igual que muchos que el castigo impuesto a Álex Rodríguez es abusivo, draconiano y un exceso del mando de las Mayores.Se merece una sanción por sus vínculos con los esteroides, pero no que se vea tan a la clara que lo quieren sacar del juego a como dé lugar. Y ni hablar del interés pecuniario de los Yankees de que se arme la de Troya para no pagarle esos 100 millones de dólares.
Ahora bien, no podemos tapar el sol con un dedo y prestarnos a creer en que todo es una confabulación contra los peloteros y menos contra los latinos.
Los jugadores tienen su cuota de culpa y grande en esto. No fue a punta de pistola ni mucho menos que fueron a Miami a consumir químicos donde el entonces genio llamado Tony Bosch.
No se puede ver como algo fortuito que la mayoría de los sancionados el lunes pertenecen a la agencia ACES ni mucho menos que algunos de ellos se han ganado en temporadas recientes los mejores contratos de sus carreras.
Así como decimos que en los ‘90 los dueños eran cómplices porque sabían quién se “puyaba” y quién no, también hay que señalar que los peloteros saben todo. La frase de que “los bomberos no se pisan la manguera” aplica en cualquier conglomerado.
La Major League Baseball le pidió al Sindicato de Jugadores que investigara la agencia de marras y no se encontró nada. Un tiempo después nos damos cuenta que sí había razones para cuestionar a la referida compañía.
Ninguno de los suspendidos ha negado los cargos. Todos se han disculpado y lo han hecho con lágrimas en sus rostros guardando cierto parecido a una cascada potente.
Recuerden que Álex no alega inocencia, sino un abuso de poder.
Si el Sindicato de Jugadores no ha armado un lío es porque la Major League Baseball calculó bien sus pasos y ha jugado bien sus cartas.
El primero en caer fue Ryan Braun, quien hace poco tiempo pensó que se había salido con la suya.
Son tragos amargos, pero al final creo que cada día más se pensará para hacer trampa y creo que eso es lo importante, que no se caiga en maniobras fraudulentas.
