El amor no tiene límites, ni edad

El amor es más que un rostro bonito o que un cuerpo de medidas perfectas. Es mucho más que unos cabellos bien peinados y perfumados,…

El amor es más que un rostro bonito o que un cuerpo de medidas perfectas. Es mucho más que unos cabellos bien peinados y perfumados, que unas manos suaves recorriendo la piel o que unos ojos inquietos hurgando nuestro interior, encendiendo la pasión que comienza con un beso y termina en una apasionada entrega.

Es mucho más. No se percibe con el tacto y es, a veces, invisible a los ojos. El verdadero amor se siente, se ve y se escucha con el corazón. Son los sentimientos los que se imponen y allí la apariencia física queda en un segundo plano.

El amor no conoce límites de tiempo y mucho menos diferencia de edades. El nace cuando quiere y donde quiere, no hay patrones, reglas o normas a las que tenga que sujetarse. Es libre.

Sin embargo, parece ser que algunas personas ignoran su condición autónoma y siempre están buscando un porqué a sus manifestaciones. No puedo entender cómo todavía la gente se sorprende cuando ve a una mujer joven andar feliz del brazo de un hombre mayor o mucho menor que ella y eso no es lo peor, llega a molestar el hecho de que algunos les buscan calificativos a estas mujeres o a su relación.

Hace unos días me encontraba entre un grupo de amigos y no recuerdo cómo, pero alguien mencionó el caso de una pareja donde ella era muy joven y él ya no tanto.

No había terminado bien de hablar, cuando uno de los presentes interrumpió y emitió su opinión sobre este tipo de relaciones, y dijo: “Esa es una vividora”.

Creo que más de uno de los presentes notó el desagrado que me causó su comentario y aunque muchas de nosotras hemos provocado que los demás piensen así, no es siempre el caso.

En todos los roles de la vida hay farsantes, es verdad. Hay expertos y expertas en fingir el amor, pero la actuación no dura para siempre y las máscaras siempre caen.

Dos personas que se aman no reparan simplemente en la edad. A través de sus ojos, dejan que sus corazones hablen, se entiendan y se amen y ahí no cabe la mentira. Sin dudas, es el del amor, un lenguaje diferente, demasiado elevado para algunos que suelen confundirlo con la apariencia y el placer. l

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