Santiago.-El perder sus dos piernas, afectada por problemas de diabetes no ha mermado el amor por el trabajo en la anciana Eduviges Hilario.
Postrada en su silla de rueda, Eduviges de 80 años de edad se pasa todo el día frente a su casa, confeccionando sombreritos de cana que son adquiridos por empresas que posteriormente las ofertan en la isla de Saint Thomas.
El precio es ínfimo por los diseños que logra confeccionar.
Por cada docena de sombreritos recibe como compensación de pago quince pesos, mientras que por botellas decoradas cinco.
Eduviges logra recordar poco de su vida, pues sus achaques, han mermado su capacidad.
Hace dos años tuvieron que cortarle sus dos piernas, pero en vez de vender tristeza, predomina la alegría en su rostro.
Con las decoraciones logró levantar su familia de dos hijos quienes residen en la comunidad de Palo Quemado, en la carretera turística Gregorio Luperón. Rosa Hilario, su vecina y pariente sirve como sostén hasta para recordarle cuantos años tiene o cuantos hijos logró procrear.
Sin embargo, para su labor de confeccionar los sombreritos no necesita mayor ayuda que sus habilidades manuales.
Rosa Hilario, afirma al ser entrevistada por El Caribe, que Eduviges es como la madre de la comunidad que con su ejemplo ha servido a los jóvenes de ese poblado para motivarlo al amor por el trabajo.
“Sus habilidades son tales que logra confeccionar por días decenas de sombreritos, aunque ni ella misma sabe cuantos hace en un día”, apunta Hilario. En el entorno la mayoría vive de ese negocio, aunque el bajo salario provoca que tengan que vivir en condiciones de pobreza.
