Andando por las ramas

El presidente Medina ha exhibido un nuevo estilo de mayor cercanía con el pueblo, más apertura con la sociedad civil y de poner atención a los reclamos contra medidas tomadas.

El presidente Medina ha exhibido un nuevo estilo de mayor cercanía con el pueblo, más apertura con la sociedad civil y de poner atención a los reclamos contra medidas tomadas. Esto definitivamente lo ha desmarcado de los recién pasados gobiernos de su partido y ha contribuido con el alto porcentaje de aceptación de que goza actualmente. Sin embargo este acercamiento no debe traducirse en una mayor personalización del gobierno en la figura del Presidente, como si los demasiados Ministros y funcionarios no pudieran resolver ninguno de los problemas. El Presidente ha querido garantizar con su intervención que cada acción que quiere realizar, efectivamente se haga, pero como solo Dios puede estar en todas partes y ningún humano tiene el don de la ubicuidad, debería priorizar, avanzar en la solución de los más grandes retos que tenemos.

Si bien es positivo que el Presidente sepa  auscultar el malestar que determinadas medidas pueden causar, es importante que se preste atención a dos aspectos: el cumplimiento de la ley y la autoridad de los funcionarios.  Es necesario y sano que se sometan a consulta todas las normativas y que se ponderen bien sus consecuencias, pero en un Estado de Derecho el cumplimiento de la ley debe primar.

Naturalmente las distorsiones que hemos generado históricamente hacen que cuando queremos tomar medidas estas sean de casi imposible ejecución como el ajuste de la tarifa eléctrica, porque el mal de fondo está ahí, menos del 50% de la población  paga la energía y por tanto es más difícil que los que sí la pagan acepten seguir cargando solos con tan pesada carga;  Aunque al final el costo lo pagamos todos con mayores  transferencias para el subsidio.
Este país está lleno de problemas y todo el mundo quiere que le busquen una solución al suyo.  Pero si de verdad queremos avanzar, lo importante sería que priorizáramos la búsqueda de soluciones a los más acuciantes, los que amenazan nuestra estabilidad y erosionan nuestra competitividad. El costo de no haberle buscado solución a estos problemas fundamentales ha sido muy alto, no solo en dinero, sino por las distorsiones que se han creado y sus consecuencias.  Este es el caso de las dos amenazas principales de nuestra estabilidad: el sector eléctrico y la deuda cuasi fiscal del Banco Central.

Del sector eléctrico todos hablamos porque sus efectos negativos los sentimos cada día, sin embargo la deuda cuasi fiscal que fue motivo en el 2004 y  años siguientes de debates, propuestas y medidas, incluyendo reformas tributarias, ha salido del debate público; salvo algunos que responsablemente expresan su sentir, lo que es altamente preocupante, pues si no hay conciencia del problema y sus efectos perversos, jamás vamos a trabajar en resolverlo.

Ojalá que sin abandonar su estilo más cercano a la gente y a la sociedad, el Presidente entienda que son muchos los problemas y escasos el tiempo y los recursos para resolverlos.  Que la mejor apuesta será siempre intentar resolver los problemas estructurales, cuya correcta solución eliminaría buena parte de los demás.  Pero para ello hay que atacar la raíz y dejar de andar por las ramas.

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