Ángeles y demonios

No hay manera de negarlo, el mundo está convulsionado y en demasiados sitios a la vez están ocurriendo cosas inquietantes que hacen sentir a muchos que el extremismo, el odio, la violencia y la exclusión están ganando la batalla.

No hay manera de negarlo, el mundo está convulsionado y en demasiados sitios a la vez están ocurriendo cosas inquietantes que hacen sentir a muchos que el extremismo, el odio, la violencia y la exclusión están ganando la batalla.Europa está viviendo una crisis de la cual el triunfo del Brexit en el Reino Unido es solo una consecuencia. Luego de sufrir dos cruentas guerras mundiales en el siglo pasado, la integración que comenzó en el 1951 con el Tratado de París que creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y que luego se consolidó con la firma en 1957 del Tratado de Roma que constituyó la Comunidad Económica Europea, alcanzó sus mejores momentos en las décadas de los ochenta y noventa, viviendo hoy los grandes desafíos.

Pero así como todas las guerras tienen generalmente una causa económica, el disgusto con la integración también la tiene, ya que algunos están en desacuerdo con el costo de la solidaridad y la burocracia de la Unión Europea, lo que se ha agravado con la crisis económica que ha afectado a muchos países.

La globalización no solo ha acercado los mercados más distantes sino que ha favorecido las oleadas de inmigrantes. Europa encara hoy dos grandes retos migratorios, uno por las consecuencias de una generación de hijos de inmigrantes principalmente de padres musulmanes, que no se sienten integrados a las sociedades en que viven y otro por la reciente afluencia de un gran número de personas que huyen de las guerras y la pobreza que se vive en sus países.

El fanatismo religioso hoy como ayer paradójicamente divide más a los seres humanos que cualquier otra causa. Los extremos de intolerancia y violencia que representan organizaciones terroristas que esparcen dolor y luto cada vez que con sus horrendos atentados siegan la vida de víctimas inocentes, provocan a su vez que muchos entiendan que no hay otras soluciones que las que ofrecen los líderes que propugnan por un discurso excluyente y xenófobo para “rescatar” sus países.

Por eso desde que se hicieron públicos los resultados del referéndum en el Reino Unido se ha desatado una oleada de manifestaciones racistas contra inmigrantes europeos como es el caso de los polacos, ya que algunos han confundido el voto en contra de la permanencia en la Unión Europea con una licencia para externar sus frustraciones y bajos pensamientos. Aunque también ha aumentado el recelo de muchos de que el candidato republicano gane las elecciones norteamericanas.

El último atentado perpetrado en el aeropuerto de Estambul, histórica ciudad que une Europa con Asia, dispara nuevamente las alertas de los ciudadanos del mundo que nos resistimos a aceptar que nos han robado el derecho a vivir en la normalidad.

Lamentablemente cada uno de estos ominosos atentados genera aborrecimiento y rencor, haciendo que el mensaje de amor y misericordia que enarbola el Papa Francisco vuele casi en solitario en un mundo que sigue luchando contra la violencia con la misma violencia.

Nada más insondable que la naturaleza humana y más espinoso que encontrar la manera de que las personas entendamos que Dios es amor y por eso en su nombre jamás puede haber muerte, venganza, maldad o rechazo.

Como decía el gran pensador francés Georges Bataille “el ser humano es una jaula de ángeles y de demonios”, por eso es más importante que nunca que en medio de este sombrío panorama luchemos porque haya más líderes en el mundo, sobre todo aquellos que realmente toman las decisiones que marcan su devenir, que hagan expresar a los ángeles y acallen a los demonios, que todos llevamos dentro.

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