MIAMI. Muchos dominicanos de la diáspora en esta ciudad creen que la situación en su país empeorara y no ven posibilidades de un cambio que les permita alentar esperanzas de un pronto regreso.
Las noticias que se publican aquí, en la radio, la televisión y los medios escritos, sobre el efecto de los nuevos impuestos, la magnitud del déficit fiscal y la impunidad que protege la corrupción en los estamentos estatales, alientan su pesimismo.
Con los que he tenido la oportunidad de conversar, dicen que la reforma tributaria ahondará la desigualdad y fomentará la agitación social. Muchos de ellos temen que los inevitables choques derivados de las protestas penetren el ámbito oficialista, originando una fisura en la cúspide del poder con un alto costo político ya que mermaría la capacidad del Gobierno que encabeza el licenciado Danilo Medina para encarar sus consecuencias en la esfera social con graves ramificaciones en la economía.
Los dominicanos aquí creen que el descontento aumentará después de las navidades por efecto de la avalancha impositiva y la renuencia del Gobierno a acoger los reclamos de que se impongan sanciones a los responsables del enorme agujero fiscal que sirvió de pretexto a la reforma tributaria, recientemente aprobada y promulgada, cuya entrada en vigencia está pautada en casi todas sus partes para el primer mes del próximo año, lo que a juicio de muchos de ellos resquebrajaría las bases del oficialismo.
El presidente Medina, sostienen los dominicanos que viven en esta ciudad, se debate entre la lealtad partidaria y su compromiso con la República Dominicana, país al que ha de gobernar hasta el 16 de agosto del año 2016 y sobre quien se han creado muchas expectativas, dadas las grandes necesidades. La suerte de la nación depende del camino por el cual se decida.
