Ante una prisión

La verdad es que muchas personas se preguntan si Salvador está acompañado de personas que tienen como objetivo crearle adversarios políticos a su gobierno.

La verdad es que muchas personas se preguntan si Salvador está acompañado de personas que tienen como objetivo crearle adversarios políticos a su gobierno.El pasado jueves en horas de la tarde, desde la ciudad capital, fuimos informados en Santiago, que el doctor José Antonio Martínez Rojas había sido detenido en su hogar por agentes del Servicio Secreto. Conviene decir que el doctor Martínez Rojas no tiene militancia política partidista y que la única vez que ha colaborado con un político lo hizo al lado de Salvador.

Antes de buscar la primera nominación por el Partido Revolucionario Dominicano, allá por el año 1977, Salvador hizo contacto con el doctor José Antonio Martínez, y cuando Salvador se lanzó en firme buscando la primera y segunda nominación por el Partido Revolucionario Dominicano, José Antonio Martínez se puso al lado de Salvador.

José Antonio colaboró con Salvador, no buscando beneficios, una botella ni prebendas. Le prestó colaboración en forma desinteresada, por simple simpatía personal, por la relación de amistad que habían sostenido mucho antes de Salvador colocarse en la posición de militante político. José Antonio, graduado de doctor en derecho en la Universidad de Santo Domingo, además de un ejercicio limitado de la profesión de abogado y la función de intérprete judicial, está ligado al sector exportador de café y cacao. José Antonio, ni sus familiares han hecho patrimonio económico a la sombra del poder.

Es posible que el doctor Martínez Rojas esté descontento con alguna medida económica tomada por el gobierno y que afecta su clase, el sector social al que pertenece. Pero de ahí a considerar a José Antonio como un agitador o conspirador, hay una distancia muy larga.

José Antonio, no merece, como dominicano, el trato vejatorio que se le dio con motivo del apresamiento de que fue objeto. Como dominicano, como abogado y como hombre de trabajo, José Antonio merece respeto. 

Con esta experiencia que ha pasado José Antonio a lo mejor se afiance en él la creencia que tiene de la política: “Fingir, ignorar lo que se sabe y fingir que se sabe lo que se ignora; fingir entender lo que no se comprende, no oír lo que se escucha, y poder más de lo que está en las propias fuerzas; mantener como secreto la falta de secretos, parecer profundo cuando no hay otra cosa que vacuidad; representar mejor o peor el papel de un personaje y sembrar espías y poner traidores a sueldo”.

Estamos convencidos de que jamás por la mente de José Antonio va a pasar la idea de adherirse a un documento que tenga por finalidad herir la honra, conducta y comportamiento de Salvador. La imagen que José tenía con respecto a Salvador y su honestidad, no ha cambiado por el hecho de Salvador estar ocupando el cargo de representante del Poder Ejecutivo. (129)

Acción fascista

El año 1985, que es el año Internacional de la Juventud, la humanidad recuerda el cuadragésimo aniversario de la victoria sobre el fascismo y celebra también el cuarenta aniversario de la formación de la Organización de las Naciones Unidas. Para los dominicanos debe resultar chocante que la opinión pública internacional se informe de que aquí, en la República Dominicana, tierra de hombres y mujeres que aman la paz, la libertad y el progreso, se están aplicando métodos que tienen mucha relación con la forma que los fascistas aplican cuando llegan al poder, como hicieron en Chile cuando desplazaron a Salvador Allende.

Hemos dicho lo anterior porque además de indignación y repudio, el acto que agentes del Servicio Secreto de la Policía Nacional y el Procurador Fiscal de Valverde, Mao, llevaron a cabo contra el Partido Comunista Dominicano, nos hizo recordar las acciones de los agentes militares y policiales chilenos cuando fue derrocado Salvador Allende.

Hace unos días la prensa nacional nos trajo la información de que agentes del Servicio Secreto de la Policía Nacional, acompañados por el Procurador Fiscal, sacaron a la calle muebles y libros que estaban en el local del Partido Comunista Dominicano (PCD) y luego de rociarlo con gasolina le prendieron fuego.

No puede tener la simpatía de ninguna persona sana y sensata la acción de los agentes policiales y el fiscal de Valverde, Mao. Sentimientos malvados se esconden en la conciencia de una persona cuando pretende combatir a sus adversarios políticos por medio de la represión, la violencia, el despotismo y el sometimiento de sus contrarios por medio de la degradación política criminal.

Si los agentes del Servicio Secreto y el Procurador Fiscal de Valverde Mao, ejecutaron la acción contra el Partido Comunista Dominicano, con la creencia de que al proceder así contaban con la simpatía del pueblo dominicano y del mismo Salvador, se equivocaron. El pueblo dominicano repudia las  acciones despóticas, vengan de donde vengan, y Salvador nunca ha dado demostración de tener simpatía con los métodos fascitas.

Asaltar el local de un partido político y sacar las sillas, escritorios, maquinillas, banderas y libros, y prenderles fuego, es un acto incalificable, incivilizado, y cuando semejante hecho es ejecutado por fuerzas que se suponen están para mantener el orden público y representar la sociedad, la inseguridad y la intranquilidad cunde en todos los ciudadanos que se pueden preguntar ¿en manos de quién está la seguridad pública y la representación del ministerio público?

La acción criminal contra el Partido Comunista Dominicano –PCD- sirvió para que se probara, primero, que no nos podemos dormir creyendo que aquí todo lo que se respira es aire de progreso político, y segundo, que los altos funcionarios del actual gobierno que añoran la llegada del día que aquí impere el fascismo para desprenderle la cabeza a todos los que piensan como el autor de esta columna, tienen en los agentes policiales y el Procurador Fiscal de Valverde, Mao, que actuaron en la quema de bienes materiales y libros del PCD, una buena reserva social para en un momento dado llevar a la práctica sus designios macabros expresados en el fascismo subdesarrollado.

Los agentes policiales y el Procurador Fiscal de Valverde, Mao, al momento de quemar los libros del PCD olvidaron que “los libros son los compases y telescopios, los sextantes y mapas que otros hombres han construido para que nos ayuden a navegar por los mares peligrosos de esta vida humana”. (130)

Nuestra Salud Pública

La realidad dominicana pone de manifiesto que el sistema social bajo el cual vive la gran mayoría de los nacionales de América Latina y el Caribe, resulta incapaz de dar satisfacción a las aspiraciones más sentidas de las masas populares en lo que se refiere, fundamentalmente, a empleo, educación y salud.

Si tomamos como punto de referencia nuestro país y lanzamos una mirada a los servicios de salud, advertimos de inmediato la ausencia de protección sanitaria que existe aquí.

Hace una semana dictamos una charla en uno de los barrios marginados de la ciudad de Santiago, y allí una señora nos expresó su sentir con respecto al deterioro que hay en los hospitales estatales. La señora, en un lenguaje sencillo, nos dijo que hacía unos días tenía un hijo internado en un hospital de la ciudad de Santiago; que los médicos en el hospital estaban interesados por el estado de salud de su hijo, pero que se encontraban en una imposibilidad absoluta de darle curación porque no disponían de ningún medicamento; que los médicos le recomendaron que para que su hijo no se muriera por falta de medicinas lo mejor era que ella lo sacara y lo trasladara a un centro médico privado. 

La señora nos manifestó, además, que los médicos fueron tan sinceros que le confesaron que en el hospital no tenían ni papel para hacer las recetas.
Nos ruborizamos al escuchar las palabras de la señora y aunque no poníamos en duda su denuncia quisimos comprobar personalmente, en la práctica, lo relatado por ella, por lo que decidimos visitar, al azar, uno de los hospitales de Santiago, y allí comprobamos el estado deplorable en que se encuentran los servicios de salud en el país. El hospital visitado por nosotros no tiene lo más indispensable para curar un ser humano: no hay medicamentos, no hay hilo para coser una herida, no hay gaza, ni papel para anotar las recetas a los pacientes o a sus familiares.

El desastre en el hospital visitado por nosotros llega hasta el punto de que no hay instrumentos adecuados para tratar a un enfermo. Los aparatos de rayos X y para hacer electrocardiogramas, no los hay y si los hay están inservibles. No hay material de laboratorio. Si un niño nace prematuro, muere por falta de una incubadora; si un niño nace con problemas respiratorios, muere porque no hay equipo adecuado para salvarle la vida. Las sábanas que tienen los pacientes para cubrirse están hechas hilachas.

Es un verdadero drama visitar un hospital público en nuestro país. Los pacientes y sus familiares viven desesperados porque solamente tienen a su alcance los hospitales públicos y en  ellos no encuentran nada que les garantice seguridad de vida. Cuando vimos, en el hospital visitado por nosotros, el drama que presentan los servicios de salud, recordamos que “el cuerpo sano es el hospedaje del alma; el enfermo, su presión”.

Los médicos, conscientes de su deber profesional, ante la difícil situación porque atraviesan los servicios de salud en el país no deben olvidar que “preservar vivo a un hombre en medio de tantos peligros y asechanzas es casi tan milagroso como crearlo”. (131).

Fuentes:

(129) El Nacional. 28 de enero 1985.
(130) El Nacional. 1 de marzo 1985.
(131) Última Hora. 15 de marzo 1985.

Continuará la semana próxima

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