El anti-dominicanismo de los socios del ACNUR

El estudio titulado Inmigrantes Haitianos y Dominicanos de Ascendencia Haitiana en la República Dominicana, de Wooding y Moseley-Williams y publicado por el ACNUR, parte de premisas totalmente prejuiciadas en contra de los dominicanos.Este…

El estudio titulado Inmigrantes Haitianos y Dominicanos de Ascendencia Haitiana en la República Dominicana, de Wooding y Moseley-Williams y publicado por el ACNUR, parte de premisas totalmente prejuiciadas en contra de los dominicanos.

Este sesgo queda manifiestamente evidenciado en su análisis de la ocupación haitiana de 1822, y de nuestra lucha por la independencia. La ocupación es justificada con dos argumentos. Primero se afirma que el mandato de los revolucionarios haitianos “se extendía a la parte oriental e hispanohablante de la isla, entonces cedida a Francia por la corona española.” Igualmente se argumenta que la ocupación de la parte oriental de la isla se efectuó para prevenir “con razón” que la misma fuera utilizada por los “poderes esclavistas de la época “para perpetrar una invasión a Haití.

Es decir, la ocupación de nuestro país en 1822 fue legítima. Los autores no reparan en la contradicción entre los dos argumentos, pues en el primero un acuerdo entre poderes coloniales (esclavistas) legitima la ocupación, y en el segundo, la amenaza de una invasión por parte de poderes esclavistas, y por ende ilegítimos, igualmente la justifica. Esta posición pretende justificar el punto de vista de que la isla es una e indivisible, o debería serlo.

La narrativa de nuestra independencia resulta particularmente dolorosa, pues los autores hacen una aseveración extravagante: “Para los dominicanos la independencia nacional significó su liberación de Haití, que en esa época era el más rico y poderoso de los dos países, aunque el propósito no era establecer una nación soberana”. Esta aseveración menosprecia la lucha del pueblo dominicano contra el despotismo (haitiano y dominicano) y por su libertad, y reduce el sacrificio de tantos hombres a la irrelevancia.

Aun más, la ocupación y la guerra de independencia solo fomentaron entre los dominicanos una mera “desconfianza de Haití”, por lo que “la mayoría de los estudiosos modernos señalan que el racismo y la xenofobia que en la actualidad caracterizan al sentimiento anti-haitiano son resultados de procesos políticos del siglo XX”, o sea, un fenómeno del trujillismo. Siendo así, cualquier reparo o crítica de Haití o a la desbordada inmigración de haitianos resulta de una actitud racista, xenófoba y trujillista. Más importante, el énfasis en el trujillismo busca asociar a todo el pueblo dominicano a los crímenes del tirano.
Esta perspectiva radicalmente adversa a nuestro país ha sido metódicamente propagada internacionalmente, y defendida por los aliados locales de estos círculos.

Estos planteamientos evidencian la gravedad de lo que enfrentamos: un reclamo de que otorguemos la nacionalidad dominicana de parte de personas e instituciones que son inherentemente anti-dominicanas, lo que explica el permanente estado de agitación y denuncia de parte de estos círculos, aun cuando se les concede lo que reclaman.

La lucha del pueblo dominicano contra el despotismo es despreciada…

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